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El dolor de George se esfumó al igual que el odioso lubricante que nunca parecía acabarse y el constante calor que sentía en todo su cuerpo, sobretodo en su espalda baja.

El celo se había ido y eso lo aliviaba, pero el paso a la verdadera felicidad se veía bloqueado por una cosa, y es que sin darse cuenta, comenzó a ver a su humano con otros ojos luego de haber compartido un momento tan íntimo con él.

Era como si le hubiera abierto los ojos a una realidad diferente a la que solía estar envuelto. Ahora veía el mundo con otros ojos y percibía las cosas de manera diferente. Su corazón latía más fuerte por el simple hecho de ver a Dream y su estómago daba vueltas cuando él sonreía.

Pero lo que le prohibía ser feliz del todo, era saber que Dream no sentía lo mismo por él.

Mientras George quería estar a su lado, él prefería mantener distancia. Cuando George demandaba atención, él permanecía en silencio y se alejaba. Lo estaba esquivando como si le tuviera alergia y eso lastimaba a George más que un cuchillo.

Pero lo que el híbrido no sabía y tampoco sería capaz de entender, era que Dream estaba confundido. La culpa lo estaba comiendo vivo por haber llegado al punto de tener relaciones con él, ese punto que se prometió a sí mismo nunca tocar por el bien de George.

Cuando lo ayudó con el celo no pudo evitar notar la inocencia que emanaba de cada parte de su ser, desde sus gemidos descontrolados por las nuevas sensaciones hasta su cuerpo contrayéndose por el placer. Eso lo llenó de miedo; miedo a haber sido el responsable de que perdiera su inocencia a costa de una persona que no la merecía.

Después de eso, George cambió. Ya no era el mismo híbrido que solía ser, y no estamos hablando de sus hábitos o manías, sino de su mirada.

George miraba a Dream con los ojos de una persona enamorada que jamás había experimentado el amor en su vida. No conocía el dolor que conllevaba y por eso amaba con todo su corazón sin temor a salir lastimado.

Fue por eso que Dream llegó a la conclusión de que no le hacía bien a George. Sólo era una mala influencia para él y lo mejor sería evitarlo para no corromperlo aún más.

Durante la última semana estuvo alejado de él bajo la errónea idea de que así reprimiría sus sentimientos y que eso sería lo mejor para George, sin saber que este estaba sufriendo por la ausencia del humano con el que había formado un lazo mucho más allá del de la amistad.

Ese día eran alrededor de las nueve de la noche y Dream aún no llegaba a casa del trabajo, algo inusual en él puesto que solía llegar antes de las seis.

Se suponía que George debía estar en casa de Karl y Sapnap donde pasaría la noche hasta que Dream lo fuera a buscar al día siguiente, pero decidió no ir a último momento y en su lugar, se quedó sentado en el rincón de la ventana, mirando hacia la calle con la esperanza de que entre esas personas estuviera Dream con una bolsa de pan o algo delicioso para cenar como excusa de haber llegado tarde.

Pero eso nunca pasó.

Leves gotas de agua se empezaron a impactar contra la ventana, atrayendo la atención de George con facilidad. Poco a poco fueron aumentando y dando paso a una fuerte lluvia acompañada de truenos que iluminaban el cielo, haciéndolo temblar por el miedo que les tenía desde que era pequeño.

─Dreamy, ¿dónde estás? ─de sus ojos brotaron lágrimas contundentes que se deslizaron por sus mejillas hasta mojar su pantalón.

Los truenos le daban mucho miedo y era en esos momentos donde más necesitaba de la compañía de su humano. Le había escrito pero no leía ninguno de sus mensajes. Tenía miedo de que algo le hubiera pasado y las lágrimas sólo aumentaban cuando pensaba en eso.

YOU CAN STAY ( DNF )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora