No dejaré que toques a mis hijos

435 38 4
                                    

🌺 ⁕—⁕—⁕—⁕—⁕—⁕—⁕—⁕—⁕—⁕—⁕—⁕—⁕ 🌺

Con el tiempo, Tanjiro y Kagaya se hacían más cercanos con los pilares, quienes empezaron a ver a ambos como sus padres. Iguro protegía a su mamá de cualquier hombre que no fuera conocido para el, y si se atrevía a cortejarle, lo perseguía con su katana mientras su mamá le gritaba que no lastimara al hombre.

Uno de esos días había sido el más gracioso, pues a Tanjiro lo venía acosando un hombre bastante mayor ya, e Iguro, que lo vió a lo lejos, discretamente desenfundó su nichirinto y se puso a perseguirlo con su madre corriendo tras suyo.

Tanjiro: ¡Iguro! ¡No le hagas daño! -decía mientras sostenía la parte frontal de su falda para no tropezar-

Iguro: ¡Tranquilo mamá, no lo mataré! -gritó de regreso el azabache-

Tanjiro: ¡Eso no lo hace mejor!

Iguro presumía aquellos momentos con su padre, quien muy orgulloso lo premiaba con dulces a él y a Kaburamaru. Mientras Tanjiro y sus hijos más pequeños notaban esto con una mueca de leve molestia, pues sentía que aquello era innecesario. 

Un día Tanjiro salió solo a comprar pues quería darse una vuelta para comprar verduras y carne, ya que se había impuesto a cocinar él en la casa. Pasando por el pueblo, se detuvo en un puesto que tenía una señora mayor, la mujer le sonrió con cariño al verle tan pulcramente vestido y con respeto le ofreció varias cosas.

Tanjiro le compró unos ohagis pues sabía que eran los favoritos de Sanemi, el pilar con el que menos se llevaba pero con quería construir una amistad para que por lo menos, este no le atacara cada vez que le viera. 

Con cuidado, llevó la comida a la finca del pilar, siendo recibido por su perro, quien al principio le gruñó, pero al poco tiempo se relajó y buscó cariño en las manos del pelirrojo. A los minutos de tocar a la puerta, un peliblanco muy herido le abrió, Tanjiro rápidamente lo sostuvo cuando se dió cuenta de que el pilar tenía fiebre.

Con cuidado y usando parte de su fuerza cargó al hombre en su espalda con la canasta de la compra en un brazo. Entró a la estancia siendo seguido por el cachorro.

Limpió las heridas que tenía el pilar y le pidió a Nego que fuese con Kagaya para avisarle que no llegaría hasta tarde para asegurarse de que el hombre estuviera estable. Una vez la fiebre bajó y el de pelo blanco tuviera cada herida cosida y limpia, le preparó algo de cenar con los ingredientes que llevaba en la canasta.

Sanemi aceptó la cena a regañadientes pues no quería acabar con un cabezazo de parte del pelirrojo por no hacerle caso.

⁅_-_-_-_-_⁆

Varios días después de eso, Tanjiro había vuelto a salir a la calle, sólo que esta vez era de noche y quería comprar flores. Logró notar cómo un anciano perseguía a su querida Mitsuri que iba sola, esto lo hizo ponerse alerta.

Caminó tras ambos con cautela, apretando su katana bajo el kimono. Llegó un punto donde el anciano tomó una forma espeluznante, creció en altura y huesos sobresalían de su espalda, su boca soltaba un gas que los hacía toser (Probablemente veneno) y sus ojos se volvieron hendiduras sin fin.

Tanjiro: ¡Mitsuri, a un lado! 

Tanjiro logró empujar a su hija postiza del ataque, fue herido de gravedad en su costado, pero notando que Mitsuri había salido herida, se colocó en pie como si nada hubiera pasado y sacó su katana de la funda. Con los ojos llameantes de determinación se acercó al monstruo, con la espalda sangrándole, atacó al demonio.

No importaba cuánto dolor sintiera o cuánta sangre perdiera, su única preocupación era proteger a Mitsuri. Enfrentó al demonio con una ferocidad nunca antes vista, su espada cortando el aire con una velocidad increíble.

A pesar de sus heridas, Tanjiro no se rendía. Sus golpes eran precisos y letales, cada movimiento que hacía era calculado para golpear los puntos débiles del demonio. Su determinación y valentía lo guiaban en cada ataque, sin importar el peligro que corría su vida.

Mitsuri: ¡MAMÁAA! -escuchó gritar a su pequeña-

Algo se incrustó en su vientre y escupió sangre. Notó cómo el demonio había extendido uno de los huesos que sobresalían de su espalda y con ello lo había atravesado. Una luz amarilla pasó por el rabillo de su ojo y lo que estaba impidiendo que se desangrara fue brutalmente arrancado de su cuerpo. Cayó sobre algo blando y notó a Iguro sosteniéndolo.

Iguro: Mamá... ¿Qué pasó? 

Tanjiro no pudo contestar, su dolor era desgarrador. Pudo tomar a su hijo por el brazo y se puso de pie, a pesar de la sangre corriendo por su cuerpo e inundando el suelo, estaba dispuesto a pelear. No dejaría ni a Kagaya ni a ninguno de sus hijos solo por unas cuantas heridas.

Tanjiro: Kyojuro... Déjamelo a mí... 

Rengoku: ¡Estás herido, joven Kamado! -gritó en el oído del pelirrojo- 

Tanjiro: ¡No me grites, te oigo a la perfección! -regañó, haciendo temblar a Iguro y Mitsuri- ¡Y este hijo de puta es mío!

En un parpadeo, Tanjiro estaba atacando al demonio técnica tras técnica mientras recibía más heridas. El dolor era insoportable, pero Tanjiro no se detenía. Su determinación y valentía lo impulsaban a seguir luchando, protegiendo a su familia a toda costa. Cada golpe que asestaba al demonio era más poderoso que el anterior, su espada cortando el aire con una precisión letal.

Rengoku: ¿Por... qué? -el joven quería entrar a pelear, pero no había aperturas-

Iguro: Mejor dile a tu cuervo que llame a los kakushis, al resto, y al Patrón, de preferencia...

Renguko: Hecho.

A pesar de las verdaderamente mortales técnicas de Tanjiro, el demonio seguía en pie, aunque le faltaba poco para ser asesinado. Iguro estaba de espaldas cuando un ataque casi lo alcanza, Tanjiro había caído a un lado, con una pierna casi cercenada, se puso de pie y corrió a proteger a sus hijos con su cuerpo. 

Otra herida se sumó al pobre joven de rojo. Manchó de sangre a sus dos hijos a pesar de su sonrisa. En ese momento cayó desmayado, con su pulso disminuyendo al mismo tiempo que lo hacía la sangre de su sistema.

Mitsuri se fijó en el demonio que tenía enfrente, sus ojos decían "Luna Superior Seis", este viejo era el sustituto de Daki, el demonio que Sanemi acabó en el distrito rojo.

Rengoku: ¡JOVEN KAMADO!

Iguro: Mamá... ¡Mamá! ¡MAMÁ!

El joven pelinegro estaba en estado de shock, viendo a su mamá herido de gravedad y cubierto de sangre. Corrió hacia el y lo sostuvo en sus brazos, sin saber cómo reaccionar. Kyojuro y Mitsuri se acercaron, olvidando en mayor parte al demonio que intentaba regenerarse con nulo éxito.

La criatura lanzó su ataque y ninguno de ellos pudo reaccionar. Una cabeza rodó a su lado, el espacio donde Tanjiro había estado recostado se encontraba vacío, y una persona se erguía sublime contra la luz de la luna. Una cabellera roja como la sangre bailaba con el viento un dulce y tranquilo vals, mientras ellos miraban anonadados cómo esa persona era Tanjiro.

El pelirrojo susurró muy suavemente una amenaza para el Rey de los demonios, que escuchaba atentamente el intercambio, la muerte tocó su espalda pues tembló al escuchar al chico.

Tanjiro: No dejaré que toques a mis hijos, por que la muerte tocará a tu puerta cuando lo intentes.... -sus hijos temblaron al ver sus ojos gélidos- Espero eso te quede claro.

🌺 ⁕—⁕—⁕—⁕—⁕—⁕—⁕—⁕—⁕—⁕—⁕—⁕—⁕ 🌺

⨰ ¿Esa?... NO ¡Ese! ⨰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora