Paseos vespertinos

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Becky había llegado recientemente a Bangkok, ya sabía cómo ir del gimnasio a su casa y del centro comercial a su casa. Sin embargo, su horario no coincidía con el de los pocos amigos que tenía en el país así que se aburría mucho a solas en su casa.

Esa tarde antes de clase decidió sacar a un inquieto Bon que lo veía con ojitos de cachorro abandonado

—Venga, busquemos un parque, no quiero que tampoco te aburras aquí.

El cachorro se quedó quieto mientras la inglesa le ponía la correa, lo acarició entre las orejas y le habló con una voz tierna

—¿Quién quiere ir a correr? El bebé, el bebé quiere ir a correr

La chica recibió un ladrido feliz de parte de su mascota.

Ya estaba preparada con todo lo que debía llevarle al perro, ella llevaría su nintendo para ponerse a jugar mientras Bonbon iba por ahí a hacer amigos. La chica suspiró, salió de su casa con su fiel compañero ansioso por salir y conocer lo que había más allá de la casa.

En su celular llevaba la ubicación de un parque de perros que se encontraba a tres cuadras de su casa. A lo mejor lo conocía pero no se había dado cuenta que era popular para las mascotas.

Mientras caminaban Becky comenzó a ver todas las tiendas que había alrededor y creo un mapa mental para cuando lo necesitara. Bon por su parte estaba muy entretenido con los olores de lugar y las zonas para marcar territorio, estaba listo para demostrar que había un perro extranjero nuevo en el vecindario.

Cuando la chica vio el parque y se acercó para caminar por ahí se dió cuenta que era un lugar lleno de vida y actividad. Los perros corrían y jugaban, y sus dueños los observaban mientras charlaban y se relajaban en los bancos. El parque estaba rodeado de árboles y áreas verdes, lo que lo hacía un lugar fresco y acogedor, incluso en los días más calurosos de la ciudad como ese.

Había varias áreas dentro del parque para las distintas actividades de los perros. Había una zona de entrenamiento con obstáculos, un área para los perros más pequeños y otra para los más grandes. También había una zona de juegos donde los perros podían correr y perseguir pelotas, y un área para que los perros tomaran agua fresca y descansaran a la sombra.

Los parques en su ciudad no eran tan parecidos a aquello, se detuvo en un cartel para leer las instrucciones y buscar una zona donde pudiera soltar a Bon, quería que explorara porque ya llevaba mucho tiempo encerrado en casa.

Los dueños de los perros eran muy cuidadosos y atentos; siempre llevaban bolsas para limpiar los excrementos de sus mascotas y aseguraban que sus perros no molestaran a otros en el parque pero aún así la menor no quería soltar a su cachorro con los perros grandes. Entonces encontró la zona para perros pequeños y sabía que su buen chico no molestaría a nadie.

El ambiente del parque era muy relajado, y se respiraba un aire de amistad y camaradería entre los dueños de los perros. Había personas de todas partes del mundo, por lo que era un lugar muy multicultural y diverso. Escuchó que algunos hablaban en inglés así que devolvió saludos que si entendió, llegó a la zona del mapa y se agachó para soltar la correa de su Frenchie.

Sonrió al ver que Bon le dio una lamida de agradecimiento y se dio cuenta que fue a marcar territorio desde el inicio de su tarde de juegos. Becky sacó su consola al ver que Bon estaba comenzando a hacer amigos y sus dueños también le daban amor a su pequeño.

Todo marchaba bien hasta que vio a Bonbon con una pelota ajena en su hocico. El perrito se la llevó a ella haciéndole la señal para que jugará con él

—Bon, eso no es tuyo

Intentó jalarle la pelota pero el Frenchie gruñó y se hizo hacía atrás haciendo que Becky perdiera el equilibrio

Ángeles y tulipanes ┊ One shots ┊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora