CAPÍTULO 1

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El viento era voraz y helado, la nieve tan espesa y suave alentaba los pasos de un omega tiritante de frío, a pesar de la gran cantidad de ropa que poseía.

Llevaba diez días cruzando el impenetrable Himalaya; los suministros se habían agotado hace un par de horas. Era de esperarse, teniendo entre sus brazos a un pequeño niño de cinco años que escondía su rostro sobre su pecho.

El infante había acabado con el último trozo de carne seca y agua, aunque dicha porción realmente le pertenecía al omega, este prefirió ceder su ración por el bien del cachorro.

- Señor Stark... - comentó susurrando el pequeño.

- Descansa, Peter, pronto llegaremos - el omega estaba seguro de que solo faltaba una noche de viaje para llegar a Kamar-Taj. Esperaba no errar en su cálculo, de lo contrario, ninguno de los dos sobreviviría.

El gélido viento sopló aún más fuerte sobre ambos individuos. El omega no pudo evitar añorar el cálido fuego de la chimenea del palacio Stark y el olor a café preparado por su fiel asistente Pepper, quien, a pesar de sus constantes regaños por sus amanecidas, siempre le llevaba una taza. El cuerpo del infante se aferró más fuerte a él en busca de más calor; como respuesta, obtuvo un agarre más contundente para evitar que el viento los golpeara.

Qué tiempos aquellos para el omega Anthony Stark, único heredero del duque Howard Stark y la duquesa Maria Stark. Tenía un gran peso sobre sus hombros con el simple hecho de llevar dicho apellido, pero no fue tan complicado al ser un genio innato. Aunque muchos dudaron de si el muchacho sería digno del ducado al ser omega, esa particularidad no fue un impedimento, especialmente al ser un omega "dominante", una especie tan rara como su contraparte. Logró abrirse camino como un Stark en toda regla, orgulloso y egocéntrico.

A los quince años, se presentó en sociedad después de su primer celo. Se convirtió en el joven más codiciado en todo el reino de York, y este interés enfermizo aumentó después de la repentina muerte de los duques. Era una oportunidad única para someter al mimado omega Anthony Stark, pensaron los nobles. Fue en esa época cuando el joven mostró las peculiaridades de un "dominante" capaz de someter a simples alfas con sus feromonas, aunque claro que su ingenio fue una parte muy importante.
Aquellos que intentaban humillarlo y aprovecharse de él terminaban arrodillados a sus pies, lamiendo la suela de sus zapatos.

Este asunto aumentó el ego del joven omega, sumándole la prosperidad repentina en su territorio después de entrar en la administración. Lo tenía todo, un título, tierras y su gente, tanto sus colaboradores cercanos como su asistente Pepper, como también las personas que habitaban en su territorio que le guardaban lealtad total.

Era el símbolo máximo de un omega, un héroe.

Pero todo se le escurrió de las manos.

Y en menos de un mes perdió todo.

Al ser nombrado traidor.

Traidor de su nación

Traidor de la corona

Traidor

El gruñido de un feroz lobo, alertó al omega, no tardó en divisar al animal que le mostraba sus colmillos. Stark alzó su mano derecha enseñándole su palma la cual estaba cubierta por un guante metálico, teniendo en el centro una circunferencia de alto relieve.

El pequeño temblaba fuertemente, más que por el frio por el miedo, podía sentir las feromonas del omega en alerta. Peter no pudo evitar llorar, Stark respiro profundo tenía que darle confianza al cachorro, pero tampoco le mentiría.
El arma que llevaba colocado en su mano era un mero prototipo que logró conservar en su huida del reino de York. A lo máximo le daría para tres disparos, ya anteriormente había gastado dos de ellos solo tenía una oportunidad.

El DuqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora