CAPITULO 7

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El Duque Stranger se encontraba inmerso en una montaña de papeles por terminar, pero sus pensamientos se desviaban constantemente. Cierto omega seguía insistiendo en el uso de las gemas del tiempo, lo cual le preocupaba profundamente. Sabía que tendría que convocar una reunión urgente del consejo, compuesto por tradicionalistas extremos con arraigadas creencias en la magia del primer siglo. Entre ellos estaba Loki, un niño tan joven como Tony, con quien Stranger mantenía una rivalidad, ya fuera por sus personalidades conflictivas o porque Stranger había logrado ascender al rango de duque de Sanctum.

El alfa dejó caer la pluma en el tintero y se hundió en su silla, ocultando el rostro entre las manos. No había cerrado los ojos en los últimos dos días, y la fatiga comenzaba a pasarle factura. Sus dos invitados habían demandado más atención de la prevista, consumiendo su tiempo y energía de manera voraz.

Se levantó y se dirigió a la gran ventana de su despacho. El patio seguía cubierto por una gruesa capa de nieve, y no veía al pequeño Peter por ninguna parte. Un suspiro escapó de sus labios; había sido una buena idea ordenar a Viernes que llevara al cachorro a jugar al vivero, donde el clima era cálido y tropical.

Stranger estaba a punto de sentarse nuevamente cuando una pequeña chispa apareció en medio de su oficina, creciendo cada vez más hasta convertirse en una magnífica figura alada, revoloteando por todo el lugar. El duque bajó la cabeza cuando la figura sobrevoló sobre él, finalmente extendiendo sus alas ardiendo en un fuego hermoso y brillante.

Un majestuoso fénix se posó en el escritorio del duque, tan digno y radiante como las aves de su especie suelen ser. Llevaba un fino collar de una pieza de oro con el imponente símbolo del imperio Kamar-Taj.

Stranger sonrió con humildad y sacó un pequeño saco de maíz, depositándolo junto al ave como gesto de gratitud. Desató un papel que llevaba en una de sus patas y lo desplegó, encontrándose con una hoja en blanco. Con un movimiento de su mano, trazó un símbolo en el aire, y una luz dorada descendió sobre el papel, revelando una escritura elegante y misteriosa.

Los ojos del Duque se abrieron con sorpresa, pero antes de que pudiera reaccionar, la figura del fénix se desvaneció en una llamarada brillante, dejando tras de sí una sensación de poder y misterio en la habitación. Con el corazón latiendo con fuerza, Stranger se apresuró hacia la puerta, dejando atrás la montaña de documentos.


Estaba caminando con pasos seguros y algo apresurados por los pasillos de la mansión, aún con el papel en su mano. Un dulce aroma a menta con chocolate llegó a él, provocando que redujera la velocidad de su andar para ver en medio del pasillo a un omega tiritando de frío.

- Sr. Stark -habló el duque mientras se acercaba, recobrando su postura como si no se hubiera desesperado por salir de su oficina.

- Su... excelencia -respondió Tony con algo de dificultad, intentando ocultar el frío que sentía.

Stranger miró a su alrededor; una de las grandes ventanas estaba abierta, dejando entrar una gran brisa fría del exterior.

-¿Cuánto tiempo llevas perdido? -inquirió con su típico tono de voz seguro y confiado, aunque en su mirada se percibía una chispa de preocupación.

-No mucho tiempo, solo estaba... disfrutando del aire fresco -respondió Tony con una sonrisa pícara, intentando mantener su compostura a pesar de los escalofríos que recorrían su cuerpo.

El Duque arqueó una ceja, observando la falta de convicción en la respuesta del omega.

- Es verdad lo que Jarvis dijo, tienes una mala orientación -suspiró el alfa.

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