Reina del Caos

• D I E Z •

Ya que todo el mundo te aconseja suficiente para que seas lo que quieres, pero no feliz.

~Beret~

***

Faltaban solo horas para que comenzara el evento así que estábamos solucionado los últimos detalles antes de irnos a arreglar.

—Ya está todo listo— Nic se giró para observarnos.

Estábamos hace media hora en la sala, sentados en el sillón. Los hermanos Kebleb se encontraban cada uno a mi lado a excepción de Nic que estaba explicando el procedimiento.

—Kendall y Nichollas van a entrar por el salón principal, ustedes serán los encargados de colocarle el microchip a el
Lobo— se acercó para tenderme el microchip— ese pequeño dispositivo nos permitirá saber las coordenadas exactas de donde se encuentre el lobo, adicional a eso Niclas se tomó la molestia de colocarle un micrófono para que podamos escuchar lo que dice mientras emita la señal— finalizó y se giró hacia Niclas esta vez.

Nichollas agarro mi mano para abrirla y observar el microchip con suma atención  como si pudiera imaginar todo lo que haríamos para colocarle eso a el lobo.

Como si...

—¿Entendido?— preguntó Nic aclarándose la garganta.

Nichollas soltó mi mano y asintió.

Yo no había escuchado nada pero igual asentí y me dirigí a mi habitación.

Tenía solo una hora para vestirme y arreglarme.

Así que me apresuré porque de seguro iba a necesitar más tiempo que ese.

⚡️

—Tienes que salir ya de ahí princesa, llevas toda una eternidad ahí dentro.

—Suicida, en serio vamos a llegar tarde— se quejó Niclas al otro lado de la puerta.

Mientras tanto yo seguía intentando abrir el labial, hasta que logre conseguirlo, lo regué por mis labios y tome mi bolso de mano.

—Listo, ya terminé— abrí  al tiempo que escuchaba quejas al otro lado de la puerta.

—Perfecto ya nos vamos— logre escuchar la voz de Nic que comenzó a bajar las escaleras.

Por otro lado Niclas y Nichollas se quedaron ahí justo frente a mi sin decir una sola palabra.

—Aprobado completamente suicida— Niclas llevaba un traje más claro que el de sus hermanos y su corbata era negra, sin una sola marca, de veía genial.

Luego estaba Nichollas a quien me detuve a obsérvalo quizá más de la cuenta, pero él también lo hacía. También me observaba.

Llevaba el traje que le había visto en la tienda pero esta vez le quedaba incluso mejor que cuando lo tenía puesto allá, su cabello estaba peinado pero algunos mechones rebeldes se habían movido de su sitio.

—Bueno creo que ya deberíamos irnos— aclare mi garganta que de pronto se había secado y comencé a bajar las escaleras con Niclas y Nichollas siguiéndome de atrás.

Una vez estuvimos todos en el auto, Nic arrancó.

Esta iba a ser una larga noche, lo presentía.

Sentí el roce de unas manos sobre las mías y observé el lugar. Nichollas se encontraba acariciando mis manos distraídamente, parecía que ni si quiera se había dado cuenta de lo que estaba haciendo, pero tampoco lo iba a quitar.

—¿Ya todos tienen claro el plan?— preguntó Nic.

Yo asentí a pesar de que sabía que él no podía verme.