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—El CEO Kim está esperándolo en su oficina en el quinto piso, señor. —Dijo la secretaria tras un elegante mostrador. —El ascensor le dejará allí directamente.

—Gracias. —Dijo, y comenzó a caminar.

Se sentía enojado, frustrado, furioso y enrabiado. Queria golpear algo, asi que presionó con fuerza el botón del ascensor, así CEO Kim tenía una razón para odiarlo.

Bufó. Lo peor del asunto, es que aún estaba trabajando. Debía vestir impecable, llevar su maletín con sus herramientas y sus presentaciones, debía estar listo. Aunque caer bien no era exactamente lo que quería.

Sí, una alianza con una empresa tan grande como Kim Enterprises podía asegurarle inmediatamente una jubilación de los dioses. Pero también significaba que tendría que ver la odiosa cara de Taehyung siempre y que además de eso tuviese poder sobre él.

Y, uhum, no lo iba a permitir.

Almenos no lo planeaba así. Cuando el ascensor llegó, el subió y presionó el botón del quinto piso. El aparato comenzó a moverse.

Porque lo que él planeaba, era analizar el ambiente, tocar terreno lentamente y ver si era fiable o solo quería joderlo.

Eso no cambiaba el echo de que jodidamente quería golpear algo.

Al llegar, se encontró con un pasillo hacia otro mesón con una ardiente rubia como asistente. Al verle, ella le sonrió y presionó algo en su oído.

—Sr Kim, su cita del medio día con CEO Jeon ya está aquí. —Dijo ella, su voz era hirritante, automáticamente había sido eliminada de su lista de futuros polvos. —Sí, entiendo.

Ella presionó nuevamente el auricular y le sonrió.

—Porfavor, adelante, CEO Kim está esperando por usted.

Jeon le sonrió y caminó hacia la oficina.

Dentro todo era muy nerd. Una cascada de vapor, libros viejos, un computador caro, un enorme ventanal al fondo con dibujos hermosos y varios estantes a los lados.

Recién cuando se acercó pudo notar que Kim estaba tras el computador caro.

—CEO Jeon, buenas tardes.

Jeon apretó la mandíbula. Estás trabajando, estás trabajando, se repitió, casi como un mantra. Se inclinó saludándolo.

—Buenas tardes, CEO Kim.

De pronto abrieron la puerta.

—¿Les puedo ofrecer algo más, señor?.

—Sí. —Dijo Kim, girando un lápiz en su mano derecha. —Un caramel macchiato con doble espuma y dos de azúcar...

Eso hizo palpitar dolorosamente el corazón de Jeon Jungkook, pero se mantuvo impávido, recto y sereno.

—Y un batido de fruta tropical con crema encima, ¿No, CEO Jeon?.

Jungkook quiso maldecirlo, patearlo y arrojarlo por la ventana. Porque precisamente se le antojaba muy fuerte un batido de frutas.

—Estaría bien para mí, CEO.

—Con mucho gusto lo taeré, señor. —Dijo su asistente y desapareció por la puerta.

Hubo silencio, luego Taehyung fue quién habló.

—Me alegra verlo aquí, CEO, tome asiento porfavor.

Jungkook se sentó en un sillón de cuero en la oficina. Taehyung rodeó su escritorio y se sentó en el sofá personal frente a él. Se sintió incómodo, pero no era él quién debía comenzar con las interrogaciones ni con nada en general. Estaba frente a alguien mas grande, ya no era su necesitado mejor amigo ni la persona que estaba loco por él.

Red LineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora