Todo es un desastre, incluso yo misma a veces.
A veces todo se tuerce y no encuentro la salida, ni siquiera cuando tan solo me estoy ahogando en mi propio ser.
Todo se vuelve oscuro, y mi cabeza un lío.
A veces no puedo mencionar palabra alguna, pues de mi boca tan solo brotan frases sin sentido.
Incluso hay días en los que siento que no puedo más, y no hago más que pensar en que ojalá todo fuera diferente.
Y es entonces cuando aparece.
Con su luz, con su risa, con su corazón en mano. Y me dice que todo estará bien.
Diciendo que si tanto deseo que todo sea de otra manera que lo cambie, que lo haga olvidando el miedo, siendo libre y valiente; siendo, tan solo, yo misma.
Y como otras tantas veces, tiene razón.
Entonces recordé que soy yo la dueña de mi cuerpo, de mis palabras y de mis actos.
Y todo vuelve a tener sentido, todo se vuelve a colocar en su sitio.
Él volvió a recordarme que la respuesta a todo se encuentra dentro de mí y que todo lo que quiero está al alcance de mi mano por si, de nuevo, se me olvidaba.
Tiene el don de ver posible hasta lo imposible, y lo mejor de todo es que nunca se equivoca en eso.
Y es que nadie, ni siquiera él mismo, puede hacerse una idea del bien que me hace.
Es el salvavidas que aparece justo antes de hundirme en mi propio miedo;
en mi propio ser.
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Sentimientos donde florecí
PoetryReflexiones que un día escribí para sanar, a solas, sin saber que un día saldrían a la luz. Pero ahora, que todo está floreciendo, decido mostrar al mundo lo que una vez sentí, para, por fin, liberarme.