Salvavidas.

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Todo es un desastre, incluso yo misma a veces.

A veces todo se tuerce y no encuentro la salida, ni siquiera cuando tan solo me estoy ahogando en mi propio ser.

Todo se vuelve oscuro, y mi cabeza un lío.

A veces no puedo mencionar palabra alguna, pues de mi boca tan solo brotan frases sin sentido.

Incluso hay días en los que siento que no puedo más, y no hago más que pensar en que ojalá todo fuera diferente.

Y es entonces cuando aparece.

Con su luz, con su risa, con su corazón en mano. Y me dice que todo estará bien.

Diciendo que si tanto deseo que todo sea de otra manera que lo cambie, que lo haga olvidando el miedo, siendo libre y valiente; siendo, tan solo, yo misma.

Y como otras tantas veces, tiene razón.

Entonces recordé que soy yo la dueña de mi cuerpo, de mis palabras y de mis actos. 

Y todo vuelve a tener sentido, todo se vuelve a colocar en su sitio.

Él volvió a recordarme que la respuesta a todo se encuentra dentro de mí y que todo lo que quiero está al alcance de mi mano por si, de nuevo, se me olvidaba.

Tiene el don de ver posible hasta lo imposible, y lo mejor de todo es que nunca se equivoca en eso.

Y es que nadie, ni siquiera él mismo, puede hacerse una idea del bien que me hace.

Es el salvavidas que aparece justo antes de hundirme en mi propio miedo;

en mi propio ser.

Sentimientos donde florecíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora