Capítulo 7

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Los días en la aldea pasaban entre un ir y venir constante, revisar documentos, atender pacientes, capacitar a los aprendices, no es como si fuera muy distinto a la rutina que llevaba por casi dos años, pero debía admitir que ahora sus fuerzas no alcanzaban para tanto.
Luego de la charla con el pelinegro hacia unas noches, no había vuelto a tener contacto con él, sabía por información de su entrometida y chismosa amiga rubia que aún seguía en la aldea, y que algunas veces estuvo entrenando con Naruto, pensó en algún momento el reunirse con ellos, pero descartó la idea de inmediato, sin quererlo siempre recordaba las palabras que años atrás le había dicho, ese "te veo pronto" salió de sus labios como una promesa; o al menos así fue para ella. Pese a que si se habían visto, fue porque otros asuntos lo obligaron a volver, no es como si aquel hombre tuviera la intención de hacerlo por su cuenta, por lo que prefería respetar su espacio y solo esperar que él deseara verla sin nada de por medio.

Esperar... Es curioso que esa palabra se haya convertido en una perfecta definición de lo que se ha convertido su vida últimamente, esperar un regreso, esperar una respuesta, esperar un amor, esperar un proyecto, esperar la... La pelirosa sacudió la cabeza mientras caminaba por los pasillos del hospital, no era un buen momento para pensar en esas cosas, recién había terminado con una operación que duró más de seis horas y se sentía agotada. Era casi media noche, así que decidió tomar un pequeño descanso en su oficina, deseando que no hubiesen más complicaciones, aunque los turnos de noche eran más calmados que los matutinos, siempre se sentía en un ambiente sombrío, como si en esas horas de aparente paz, las peores cosas ocurrieran, escondidas de todos, pasando desapercibidas. Con esa sosobra sobre su pecho, era poco lo que lograba descansar, estando siempre alerta ante cualquier pequeño cambio.

Para su suerte, la noche pasó en un abrir y cerrar de ojos, un nuevo día se alzaba sobre las montañas y la luz iluminaba su oficina, miró el reloj en la pared confirmando que pronto acabaría su turno y podría ir a descansar un poco, abrió el cajon de su escritorio y como un acto mecánico, realizó el mismo procedimiento que llevaba haciendo desde hace un tiempo, desechó cualquier rastro de evidencia y esperó a que su ruidosa amiga invadiera su espacio como cada día.

Frentona!- irrumpió la rubia en la oficina.

-Aquí vamos- suspiró Sakura guardando todos los documentos de su escritorio.

- ¿Qué crees que quedaría mejor, tulipanes o claveles?- interrogó con el ánimo de una niña.

- Se supone que tú eres la experta en flores- rodó los ojos con pereza.

- Los tulipanes por un lado son símbolo del amor perfecto y duradero- habló con seriedad.

-Eso suena lindo- respondió la pelirosa prestando atención al discurso de su amiga.

- Pero, los calveles representan la distinción y la nobleza- siguió la rubia.

-Elige ese entonces- volvió a responder la kunoichi

- Por un lado, uno es muy sofisticado, pero el otro es muy versátil- habló la chica casi para ella misma.

-Pues..- trató de hablar nuevamente Sakura.

-¿Crees que sería mejor en blanco o en rosa?- interrogó una vez más.

- ¡Ya cállate!- gritó Sakura frustrada- No entiendo ni una palabra de lo que me estás contando, cálmate- pidió con un tono ya más tranquilo.

- Perdón, es que estoy muy ansiosa y quiero que todo salga perfecto- habló un poco apenada.

- Lo sé, lo siento, sé que esto es muy importante para ti, pero no ganas nada alterandote, todavía quedan un par de meses, vamos a ir paso a paso- soltó poniéndose de pie y acercándose a la chica.

Efecto MariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora