Día 1

157 29 14
                                    

Despierto en la suavidad de unas sábanas, pero al abrir mis ojos me doy cuenta de que no estoy en mi cama. Me inclino, pero no mucho, ya que me percato que solo tengo una tela que me cubre. El miedo y la incertidumbre comienzan a impregnarse en mí. Es solo una habitación con una cama, no hay ventanas, pero sí una puerta, parece entre abierta.

Me agarro con fuerza de la tela que rodea mi cuerpo desnudo y bajo del colchón, despacio, impactada por la situación. Una vez que salgo de aquella pieza, visualizo a un chico que parece de mi edad, tendrá unos veinte años o más. Está tranquilo, sentado en su silla, tomando una sopa en la única mesa que hay. Noto varios cubiertos en esta. Además, no veo absolutamente ningún otro mueble. Mis ojos se clavan en la puerta que hay detrás de él.

—Debes tener hambre —declara y con un movimiento de su cuchara, señala el otro plato que no había visto—. Sé que no has comido desde ayer, adelante.

—¿Quién eres? —pregunto con mis labios temblando, me observo un momento y luego vuelvo a mirarlo para no perderlo de vista ni un segundo—. ¿Dónde está mi ropa?

El muchacho mete la cuchara en su boca e ignora mis preguntas.

—Está delicioso. —Se relame los labios—. ¿Por qué no te sientas? Es lo mejor.

—¿Qué...? ¿Qué hago aquí?

—Tú sabes esa respuesta, tu miedo te lo está diciendo, pero necesitas oírlo para cerciorarte.

—¿Es una maldita broma?

—Estoy seguro de que sabes que esto no es una broma. —Sonríe—. Sabes exactamente lo que está ocurriendo aquí, el escenario te lo está diciendo.

—No te conozco, no puedes...

—Viendo que no te vas a sentar, está bien, te explicaré, pero no te gustará la respuesta. —Hace una pausa—. Te escogí al azar, Magaly, así que no hay manera de que me conozcas. Siendo sincero investigué muy poco, así que tendremos que conocernos con el pasar de los días.

—¿Qué estás diciendo? —expreso, inquieta.

Se levanta de su silla y me estremezco, camina hasta mí con un cuchillo en la mano. Miro otra vez la puerta, luego a él, entonces retrocedo cuando está a una distancia, la cual me tensa bastante.

—No mires mucho la puerta, está cerrada. —Se ríe—. Sé que tu miedo quería probar suerte, pero te ahorré un paso.

—¿Qué quieres? —Sostengo con fuerza la tela.

—Quiero... —Abre despacio la boca, pero la cierra y se ríe otra vez—. Te acabo de secuestrar, Magaly, puedes imaginar lo que desees con lo que quiero respecto a ti.

Quedo en shock. Escuchar la palabra "secuestro" no es lo que anhelaba que admitiera. Solo logró darle la razón a mi miedo. Aunque creo que es lo que él buscaba, pareciera que desea jugar con mis emociones. 

Bienvenido a la historia de Magaly

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Bienvenido a la historia de Magaly. Esta obra consta de solo siete capítulos, así que se estará actualizando toda la semana, un capítulo al día. Espero que la disfrutes, saludos, Vivi.

Siete días de vulnerabilidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora