Día 2

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He sido secuestrada por un completo desconocido. No he podido probar bocado desde mi encuentro con él. Cuando se retiró, casi todo el día de ayer estuve buscando formas de salir, pero no conseguí nada. Terminé vencida por el sueño en esta cama.

Oigo las llaves en la puerta y me tenso, me levanto del colchón, entonces salgo de la habitación. El hombre, el cual no me ha dado siquiera su nombre, entra como si nada y ve que no he tomado su horrenda sopa. Deja las bolsas de la compra en la mesa, entonces se aproxima a mí, pero aunque parece intimidante, me sonríe.

—Entiendo que tengas el estómago cerrado, por los nervios, pero si no comes te enfermarás y morirás. Te verás incluso más vulnerable de lo que ya te ves.

—Yo... —Trago saliva—. No sé qué quieres de mí, pero tienes que dejarme salir, mi familia me debe estar buscando.

—¿Hablas de tu hermano borracho o del novio que te dejó?

—¡Basta! Dijiste que no me investigaste. —Presiono los dientes—. Quiero salir de aquí.

—Y no me atacas porque temes que se caiga la tela. —Toma de la bolsa un cuchillo incluso más grande del que tenía ayer, el cual se llevó antes de irse. Me estremezco cuando aproxima el filo hacia el nudo que hice para que no se me cayera la única prenda que me cubre—. Puedo ver en tus ojos cómo imaginas que te ataco.

—¡No!

—Sh, baja la voz, tranquila, no hice nada. ¿Sabes por qué tu mente te tortura así? Porque esa tela es lo único que me separa de tu desnudez, un soplo de aire la haría caer y la poca protección que te queda, en lo único en lo que te puedes sostener, desaparecería como lo hará tu esperanza de largarte de aquí.

Respiro con agitación.

—¿Por qué haces esto? ¿Por qué yo? ¿Qué te hice?

—Muchas preguntas, ¿no? —Hace una pequeña risa—. No tienes una idea de lo mucho que me gustan, los pensamientos que sé que tienes sobre mí y esa incesante incertidumbre. En este momento, soy lo único que tienes en tu cabeza y quizás lo único que tendrás en un futuro.

—No inventes cosas que no han pasado. —Observo el cuchillo en mi piel, luego alzo la vista—. ¿Vas a matarme?, ¿torturarme?, ¿violarme? ¡Responde!

Me volveré loca.

—Tantas preguntas y yo solo tengo una sola respuesta. Todo eso que piensas de mí, pueden ser las contestaciones que esperas, y sé que son atroces, pues en tus pensamientos, seguro, no hay nada lindo sobre mí. Me encanta.

¿Es un masoquista o un sádico? ¿Por qué está obsesionado con mis pensamientos y emociones? Aunque no debería intentar entenderlo, solo tendría que averiguar cómo salir, pues es probable que él nunca me lo permita.

¿Es un masoquista o un sádico? ¿Por qué está obsesionado con mis pensamientos y emociones? Aunque no debería intentar entenderlo, solo tendría que averiguar cómo salir, pues es probable que él nunca me lo permita

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Siete días de vulnerabilidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora