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Narrador

Si alguien le hubiese dicho que iba a trabajar con su amigo de la infancia, no lo habría creído. Lara se encontraba grabando para las redes de River la presentación del nuevo refuerzo, Nicolás Fonseca, proveniente del fútbol italiano.

Se conocían desde el jardín, cuando Lara lo empujó de la hamaca al chico nuevo que venía de Uruguay, un tal Nicolás, él terminó con un tajo en el labio y Lara en dirección. Desde ese día fueron inseparables, para él como amigos, para ella algo más.

Nicolás nunca se había dado cuenta de eso, para él era su mejor amiga a la que le podía contar todo. Desde las minas que se "comía " hasta los días que estaba mal por el fútbol. Ella siempre estaba, la favorita de la familia del chico, la que dejaba la vara muy alta para presentar a una novia.

Pasaron los años, Nico se mudó nuevamente a Uruguay, luego a Italia y continuaron su amistad a pesar de la distancia. Se veían de vez en cuando, generalmente el futbolista era el que le regalaba los pasajes a ella para poder verla. Sin embargo no todo era color de rosas, de un día para otro el futbolista dejó de contestarle sus mensajes, llamadas e incluso comentarios en las redes. Lara decidió cortar todo tipo de vínculo y no se hablaron más hasta hoy, 8 años después de esa última llamada que terminó a los gritos.

~memories~

—sos un imbécil Nicolás, te das cuenta que vas a perder una amistad de años por una mina????!??!—la morocha estaba exaltada, Fonseca le acababa de pedir que no le mandara más mensajes ni lo llamara—te juro por lo que más quiero que no te vuelvo a hablar en mi puta vida.

—para Lari, te pedí nada más por un tiempo. Sino la mina se me enoja—el futbolista estaba de lo más calmado, a comparación de ella que le brotaban lágrimas de la rabia.

—dejá nico, te importan más unas tetas que una amistad, hubiese preferido que me cuentes lo que pasaba, no enterarme por otra persona

—perdón Larita—es lo último que salió de la boca del futbolista antes que la morocha cortaste la llamada.

~~

—Lari, me podes contar que haces acá?—el futbolista la abraza por los hombros con una sonrisa de oreja a oreja—estás muy cambiada—la mira de reojo, con una mirada que nunca antes le hubiese hecho

—trabajo acá hace dos años—la morocha se aleja del agarre y termina de acomodar sus cosas—vos todo bien?

La incomodidad era notoria por donde lo mires, quizás por parte de él no, pero ella era evidente que sentía enojo por la persona que tenía delante. Quizás enojo no era la palabra correcta pero si la que más se acercaba a lo que sentía.

—si, que sé yo, es raro esto de un nuevo club, nuevo país—Nicolás la mira, y se detiene a observarla. No podía creer lo cambiada que estaba, más grande, más adulta, más linda?

—y si, pero bueno, un gusto verte—Lara se apura para ir hacia la puerta y salir de esa situación espantosa lo más rápido posible.

No estaba preparada para continuar una conversación con él después de tanto tiempo, le dolía la cabeza y le pesaban los ojos del cansancio. Nicolas, en cambio, estaba fresco como una lechuga y parecía que tenía muchas energías como para continuar con sus preguntas.

—esperá, tomemos algo, un ratito nada más—Fonseca la frena, ella aún de espaldas maldiciendo la situación —por favor, sos la única que conozco acá.

—Nico—Lara sentía lastima por él, sabía lo que era estar en un lugar nuevo y no conocer a nadie. Lo piensa unos minutos, quizás si le decía que si no tendría que entablar una conversación otro dia—diez minutos y me voy.

—gracias Larita

Larita, un apodo de mierda pero que solo lo aceptaba cuando venia de su parte. Nicolás se lo dijo por primera vez cuando tenían 6 años, en salita de jardín; a ella le molestó y se lo dijo, sin embargo Fonseca para molestarla continúo diciéndoselo, hasta que se hizo una costumbre.







—y vos qué onda?, qué fue de tu vida?—Nicolás deja la carta de comida a un costado y mira a la morocha—hace una banda no nos veíamos

—8 años—en un tono enojado y cara de pocos amigos, Lara le responde. La morocha sentía que no estaban en la misma sintonía, parecía como si al futbolista no le hubiesen pesado nada esos 8 años de contacto cero. En cambio ella nunca se olvidaría de cómo su mejor amigo, en ese momento, la había puesto en segundo lugar.

—8 años...—el futbolista repite y nota la incomodidad en las expresiones de su ahora compañera de trabajo— cómo terminaste en River?

—hace tres años terminé la carrera, un año trabajé en Independiente, más las prácticas, y de ahí me vine para acá— Lara lo miró a los ojos y sintió que le ardían las manos de los nervios—gracias a tu papá.

—mi viejo?—el futbolista larga una carcajada que hace contagiar a Lara—y sí, te re quiere a vos, se notaba cuando ibas a casa.

—no sé, yo necesitaba trabajo y el me ayudó con los contactos. Vos cómo terminaste acá?

—necesitaba volver a encontrar a mi mejor amiga—Nico la mira y nota la incomodidad de ella, esa mirada de rechazo que en algún momento fue de amor—tengo esa oportunidad?

Lara se queda en silencio, no pensó que Nicolás tocaría ese tema. Tarda unos segundos en reaccionar hasta que finalmente contesta.

—compañera si, amigos no. La amistad es algo que se construye y cuando se rompe no hay vuelta atrás—miles de puteadas pasaron por la cabeza de Lara, estaba enojada, triste y con ganas de irse a su casa a llorar.

Una voz corta el silencio que se había formado, era Solari que estaba llamando a la morocha para que fuera a hacer contenido durante el entrenamiento. Lara agradeció que el chico apareciera y la sacara de esta situación espantosa.

En otro momento la morocha hubiese perdonado a Nicolás por todo, habrían arreglado sus problemas sin importarle cuán lastimada hubiese estado. Pero hoy se elegía a ella, la única que supo todo lo que pasó durante estos años.

—me tengo que ir—Lara se levanta de su silla y agarra sus cosas—un gusto haberte visto Nico.

—lo mismo digo Larita—de nuevo ese apodo que la revolucionaba al 100%.





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esta historia era de Enzo Diaz, pero bueno, fingamos demencia

Cicatrices| Nicolás FonsecaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora