Atendía a los clientes como cualquier día, estaba ajetreada en esos tiempos donde el frío hacia que la gente fuera a refugiarse en el agradable calor que desprendía la tienda, cuando una tarde antes de cerrar llegó un extraño hombre que jamás en su vida había visto por ahí.
Era alto, refinado y con una sonrisa mortífera que gritaba peligro gracias a ese mechón suelto. No hablaba, solo podía sentir la pesada mirada que ocasionaba un sentimiento bastante fuerte dentro de su cuerpo, él solo se sento en la mesa cerca de la ventana mientras dos jovencitas tres años menor que ella lo acompañaban -muy seguramente eran sus hijas- preguntaban bastantes cosas al azar.
Una pequeña gota de sudor bajo por su cien ante tantas preguntas que hacía la que era más enérgica, amablemente contesto todas y cada una de ellas sin dejar de sentir esa presión que venía de la mesa donde estaba el hombre sentado.
Presionó un poco sus manos debajo del mostrador agradeciendo que esté fuera de madera y no se pudiera ver cómo con eso controlaba el extraño nerviosismo que la albergó de pronto combinado con otra cosa, no sabría describirlo exactamente, pero era diferente. Algo que nunca antes había sentido.
Parpadeo un par de veces para salir de su ensoñación en la que se sumió de repente cuando la más parlanchina de las hermanas chillo al no poder decidirse siendo regañada por su hermana y así iniciando una pequeña discusión.
—Para este clima frío siempre le recomiendo a los clientes una buena taza caliente antes de seguir con su destino —hablo, ambas hermanas la miraron sintiendo una extraña calidez, cosa extraña para despreciar a las personas sin energía maldita—. Si quieren algo para comer, tenemos unos buenos sándwiches de queso y jamón con lo que podrían acompañarlo. Si solo vienen por algo dulce, con las galletas estará bien acompañar el chocolate.
_________ mostró una amable sonrisa demostrando esa dulzura característica de ella. Mimiko y Nanako tragaron algo fuerte debido a que nunca, ninguna chica que tuviera la edad de ella antes en aquel pueblucho donde abundaba la basura humana común las había mirado así.
Trataron de no prestarle atención a ese nuevo sentimiento, siendo casi imposible, pero por seguir a su señor Geto y sus convicciones serían fieles a él, no podían encariñarse con alguien solo porque las atendiera de ese modo.
—Solo el chocolate y galletas —dijo Nanako.
—Por favor —termino Mimiko por su hermana presionando su muñeco.
—En seguida lo mando a...
En eso, un pequeño estruendo se escuchó en la cocina poniéndola alerta.
—Vuelvo en un minuto, ustedes esperen sentadas por favor. Les haré llegar su orden cuando esté lista.
Así como terminó de hablar corrió a la cocina como alma que le llevaba el diablo, había una llama grande en una de las sartenes que si no se apagaba pronto podría causar un desastre.
— ¡Yushio! —Su mejor amigo y vecino de piso estaba tirado en el suelo agarrándose el brazo retorciéndose en el suelo.
_________ ordenó las prioridades, lo importante era el fuego, así que corrió por el extintor apagando las grandes llamas que brotaban del sartén. Lo segundo fue atender la herida de su amigo, no se veía tan grave pero igual le saldría una ampolla por exponerse, humedeció una toalla con agua fría para contrarrestar el calor con calor.
Yushio soltó un quejido de dolor, si no hubiera sido tan descuidado, utilizo un ingrediente que no era y el sartén ardió en llamas.
La castaña negó con algo de gracia, lo mando a fuera mientras ella se encargaba de preparar el chocolate.
ESTÁS LEYENDO
Te odio, te amo
FanfictionSuguru no podía creer que una asquerosa como tú logrará captar su atención. ¿Pero esto será solo mero capricho o habrá algo más?