𝐶𝑖𝑛𝑐𝑜 ⚘ 𝐶𝑜𝑛𝑓𝑖𝑎𝑛𝑧𝑎

142 26 1
                                    

𝐵𝑖𝑙𝑙

Unos días atrás...

Vuelvo de la fría lavandería con mi uniforme ya limpio y seco.

Sí, me quede en su espera, no tenía ganas de toparme con mamá nuevamente.

Abro la puerta del departamento y entro cerrándola detrás de mí.

—¿En dónde estábas?

—Te dije que iría a la lavandería —contesto cansado.

—No lo hiciste —reprocha mamá como si le interesara—. Estaba preocupada, creí te había pasado algo —Detengo el caminar a mi habitación y saco mi celular de mis pantalones.

—Si realmente te interesara tendría al menos un mensaje tuyo preguntando por mí. No lo hay.

Entro en mi habitación dejándo la puerta abierta con la leve esperanza de que siga insistiendo en su repentino interés, pero no lo hace. En cambio escucho su puerta cerrarse de golpe.

Sin tomarle demasiada importancia comienzo a guardar mis cosas en mi mochila ya limpia, estiro mi uniforme, doblo mis pantalones y busco una pijama para ya dormirme de una vez por todas.

—¿Discutieron otra vez? —Todos mis sentidos se ponen en alerta en cuanto siento la presencia de Tom detrás mío, tal como un gato al que se le eriza el vello de la espalda, pero no dejo que lo note por lo que sigo haciendo mis cosas como si absolutamente nada estuviera pasando. No respondo a su pregunta ingnorándolo por completo—. Tienes que entender que no está pasándolo bien —Levanto mis cejas casi mofándome de la situación.

«Por supuesto, ella es quien lo pasa mal», pensé.

—Desde que llegamos a Estados unidos sabes lo difícil que ha sido —Continúa hablando con su falso tono reconfortante y dulce. Hace una pausa de unos segundos que parecieron eternos para luego seguir—. Hoy tuvo otro ataque de pánico durante su turno en el hospital. 

No quiero admitir que mi corazón se encoge cuando escucho esas palabras.

—Tuvo cita con el psiquiatra esta tarde, subió la dosis de sus pastillas —El silencio reina en la habitación hasta que escucho como la madera de mi cama rechina. Se sentó en ella. Giro en mi lugar y lo observo desafiantemente.

—¿Qué es lo que quieres? —pregunto cruzando mis brazos sobre mi pecho.

—Hablar, nada más —Sonríe con los labios cerrados y rascando su cabeza apenado. Ruedo mis ojos, su actitud me desespera—. No me dijiste que tenías novia.

—¿Te importa?

—Por supuesto que sí, eres mi herman...

—Si tanto te importara no peritirías todo lo que sucede cuando cruzamos esa puerta —Mantiene silencio remojado sus labios con su lengua—. Cuando esa zorra deje de venir y tu dejes de juntarte con esos imbéciles barajaré la posibilidad de hablarte alguna mierda acerca de mi vida —Sus ojos se vuelven inquietos intentando no posarlos sobre los míos—. Ahora por favor, sal de mi habitación —Duda algunos segundos antes de ponerse de pie y finalmente irse sin rebatir absolutamente nada.

𝑀𝑒𝑡𝑎𝑛𝑜𝑖𝑎 | 𝐵𝑖𝑙𝑙 𝐾𝑎𝑢𝑙𝑖𝑡𝑧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora