DOS

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Jungkook llevó a Jimin  hasta el elevador, sus guardias se apresuraron a cuidar de él y su acompañante, mientras que Hoseok lo esperaba dentro de la cabina para llevarlo hasta su suite. Mientras subían, Jungkook contempló la pequeña figura en sus brazos, y pensaba en cómo un chico tan frágil como ese reaccionaría ante él y sus gustos.

Cuanto más observaba la hendidura de su cuello, más deseaba dejar la marca de sus afilados dientes en ese lugar, se sentía como un animal desesperado por tomar a su presa. En cuanto el ascensor se detuvo en la suite, el pelinegro entró y se volvió hacia Hoseok.

—Si quieren seguir bebiendo, adelante solo te voy a pedir que nadie nos moleste.

Después caminó hasta la habitación, sin preocuparse por nada más. La suite ocupaba toda la última planta del elegante hotel, era un departamento privado, con sala de estar, un pequeño bar, un comedor sencillo, una amplia terraza y dos habitaciones con baño privado, más un jacuzzi, entre otras cosas.

—Bienvenido a nuestro nidito de amor, pequeño —habló Jungkook en voz baja antes de colocar a Jimin en la cama.

El joven respiraba entrecortado debido a los efectos del alcohol y su rostro estaba teñido de un suave tono rosado.

—Oh, hace calor —dijo Jimin.

Sus ojos cafés brillaban, sus dientes mordieron su voluptuoso labio inferior, sus ojos brillaban, dándole una imagen por demás seductora. Jungkook se paró al final de la cama y lo soltó lentamente, se deshizo una por una de sus prendas, sin despegar sus oscuros orbes de la delgada figura del joven.

Jimin se sentía inquieto y nervioso, el lado racional de su cerebro aunque adormecido por todo lo que bebió aún era consciente de lo que estaba por suceder

—Si tienes calor, solucionemoslo —. ¿Aún quieres mi ayuda? ¿No has cambiado de opinión? —preguntó con un tono de voz bajo y ronco.

Jimin se quedó mirando la fuerte figura que se erguía frente a él, y que se había quitado la camisa y mostraba un hermoso y fuerte haz de músculos.

—No cambié de opinión —respondió.

Jungkook se subió a la cama y se sentó a horcadas del delgado cuerpo, usando ambas manos para apoyarse en la cama. Los ojos penetrantes miraban fijamente a Jimin e hicieron que este se sintiera como si estuviera siendo quemado por el fuego, sofocado por todas partes.

—No importa que tan duro sea contigo, no piensas en cambiar de opinión, ¿verdad? —preguntó de nuevo, colocando lentamente su mano sobre el cuello del castaño.

—Te complaceré en todo —dijo Jimin aunque no era la respuesta que el mafioso esperaba, pero esa frase que salió de su boca hizo que una sonrisa de satisfacción se dibujara en su rostro.

—Entonces tendré que usar algo de equipo —dijo antes de bajar de la cama.

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มาเฟียรัก ★Mafia Love★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora