TREINTA Y TRES

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Al día siguiente Jungkook y Jimin no bajaron a desayunar con los demás, el castaño había despertado tarde y el mafioso había decidido esperarlo para comer juntos.

—¿Qué pasa? ¿Por qué tienes esa cara? Ya trajeron el desayuno — preguntó Jungkook al ver salir al castaño del baño, con expresión débil.

—Está bien —respondió Jimin mientras se acercaba lentamente para vestirse, sin decir nada más.

—Es extraño, no veo que quieras esconderte hoy por lo que te hice ayer —preguntó el pelinegro burlándose un poco.

Jimin lo volteó a ver mal.

—Me hiciste gritar, luego volviste a hacerlo, no puedo ocultarlo todo —murmuró Jimin en voz baja, sintiéndose un poco avergonzado.

—Eh, ¿qué dijiste? —dijo Jungkook que lo había escuchado, pero seguía jugando.

—Deja de hablar, deja de preguntar —Jimin se dio la vuelta con voz severa, pero no tan serio. Trataba de esconder su vergüenza.

—Por cierto, creo que necesitaremos una cama más grande —dijo el pelinegro casualmente.

—Persona loca.

Jungkook se rió suavemente. Después de que Jimin terminó de vestirse, se sentaron a comer en el balcón de la habitación.

—Hoy volvemos a casa juntos —dijo Jimin casualmente.

—Sí ¿Por qué? ¿No quieres volver? —preguntó Jungkook.

—No exactamente. Me siento extraño, no sé cómo decirlo. Me desperté sintiendo el palpitar lento de mi corazón. Una parte de mi corazón quiere quedarse y no quiero volver —respondió Jimin en voz baja, porque realmente se sentía así.

—¿No dormiste lo suficiente? ¿O todavía estás cansado? —preguntó Jungkook preocupado porque pensó que los síntomas que tenía el castaño probablemente se debían a un descanso insuficiente.

—No lo sé —respondió el joven suspirando.

El mayor tomó la mano de Jimin y la apretó ligeramente.

—Si sientes algo más, tienes que decírmelo, ya sabes —le dijo en tono serio.

Jimin asintió y sonrió suavemente, luego volvieron a sentarse y comer hasta estar llenos. Después el castaño se puso a empacar su ropa y pertenencias en su bolso para prepararse para el regreso a casa.

—¿Ya revisaron su equipaje? —les preguntó el mafioso a todos mientras se reunían en el auto para prepararse para regresar a Seúl.

Todos sus empleados respondieron que si antes de acomodarse dentro de las camionetas en el orden en que habían llegado.

—Jimin ¿qué te pasa? —preguntó el mafioso con tono molesto.

Vio al castaño mirando fuera del auto con una expresión sombría. Jimin se volvió para mirarlo con una suave sonrisa.

—Nada, solo estaba pensando en algo —le respondió, antes de apoyar la cabeza contra el fuerte hombro de Jungkook.

El joven se sentía raro. Tenía ganas de regresar a Seúl, pero se sentía extraño. No quería decirle al pelinegro sobre esa sensación que había comenzado a formarse en su pecho, temía que él pensará que estaba exagerado.

—¿Pasamos a comprar algunas cosas para la gente en casa? —le pregunto Jungkook, invitándolo a llevar obsequios para sus amistades y empleados que habían decidido quedarse.

Jimin le sonrió y asintió. En el camino, se detuvieron en una famosa tienda de recuerdos. Todos llevaban muchas cosas de un lado a otro. Jungkook le dio dinero a Jin para que comprara recuerdos para todos los subordinados que vigilaban la casa.

มาเฟียรัก ★Mafia Love★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora