Capítulo 9 "Noche de tormenta"

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Desconocido:

—Hice lo que usted me ordenó señor—me dijo Calvin entrando por la puerta.

—¿Qué le hiciste?

—Ella solita me pidió algo refrescante y aproveché para drogarla.

—Mmmm...muy bien hecho Calvin—le doy un trago a mi copa de vino tinto—.Ahora puedes marcharte, lo demás me encargo yo.

Él asintió y me dejó solo con mis pensamientos.

Mi anillo brillaba más últimamente y eso es extraño porque solo brilla cuando está conectado con el otro idéntico,o sea...la pareja.

Alguien debe tener el anillo.

Recuerdo esa noche en el río de Canadá cuando estaba con ella...

El recuerdo invadió mi mente:

—Me voy a caer—ella suelta una risita nerviosa al subirse conmigo en una roca—¿Qué piensas hacer...?—ella pronunció mi nombre con ese hermoso acento que tanto me gustaba.

Yo saqué de mi bolsillo el anillo de plata con la piedra azul en el centro. El sol ya estaba oculto por completo, pero aún así la luna llena estaba brillante e iluminaba el momento, como si ella fuera la única testigo de lo que iba a hacer.

Al arrodillarme, a ella se le iluminaron los ojos. Pero aún seguía con una expresión triste, melancólica y solitaria.

—¿...Quieres ser mi novia?

Sus ojos hermosos se llenaron de lágrimas, yo mismo sabía porque.

—Sabes que no puedo estar contigo...es imposible lo de nosotros.

—No es imposible—hice una pausa—Nada es imposible. Tú puedes decidir lo que es mejor para ti ya te lo he dicho,¡Tienes veinticinco años!, tienes derecho a ser feliz y cambiarle a lo imposible las dos primeras letras—espeté.

—Lo siento, no puedo dejar mi vida atrás—suspiróconteniendo las lágrimas—las consecuencias serán terribles.

En el fondo la comprendía, porque sé que es difícil estar con alguien por obligación, sabiendo que amas a otro. Así que solté:

—Escápate conmigo.

—¿Qué? No puedo hacer eso me buscarán por todas partes y cuando me encuentren me matarán y seguramente a ti también. Ya terminé mi carrera, ya me gradué. Debo regresar a Colombia e ir al lugar donde tengo que estar por todo lo que me resta de vida...con mi esposo.

Reflexioné todo lo que me dijo, mi corazón estaba roto en mil pedazos.

Ella estaba llorando desconsoladamente hasta que yo la rodeé con mis brazos en un tierno abrazo. Sus lágrimas empaparon mis hombros.

—No quiero dejarte—susurró en mi oído—no quiero dejarte nunca más.

Yo no sabía que decirle. Un nudo se formó en mi garganta. Quería ayudarla...pero no podía.En realidad ella estaba condenada a pasar el resto de su vida con el. Aunque no quisiera, a menos , que el la libere.

—Te prometo que algún día estaremos juntos—es lo que logré decir, en realidad no puedo prometer algo que no sé si pueda compliste.

—Mañana tengo que regresar a Colombia.

Sentí ese vacío en el pecho insoportable al escuchar eso.

Mis ojos se llenaron de lágrimas. Y de repente me vino a la mente la frase que siempre repetía mi padre "Los hombres no lloran". Pues ahora comprendo que sí, si lloran, cuando no encuentran otra salida, cuando necesitan desahogarse de alguna manera. Todos alguna vez lloramos para liberarnos o...es decir, para sentirnos libres. Aveces lloramos por rabia de no poder hacer absolutamente nada por los que están a nuestro alrededor,ese era mi caso. Los hombres si lloran y yo era un ejemplo de eso.

Sé mi cómpliceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora