Capítulo 19

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La casa de Jaemin estaba llena. Había por lo menos ocho chicos apiñados en el sofá seccional del fondo del local. Le gritaban al televisor, gesticulando salvajemente, dándose codazos, a veces con violencia. Todos estaban de espaldas a Renjun, quien no era capaz de poner nombres a las caras. Algunos de ellos eran unos completos desconocidos.

Renjun reconoció a dos de ellos. El chico de pelo azul, Félix, y Jeongin, que destacaba entre la multitud. Estaba sentado en el respaldo del sofá, con el mismo cárdigan raído, con un hombro artísticamente expuesto. Si Renjun tuviera que adivinar, diría que la forma en que el jersey quedaba colgado era por elección. Todo lo que hacía Jeongin parecía deliberado. Se había recogido la mitad de su espeso pelo castaño de la cara en una media coleta. Muy poca gente podía lucir bien con ese estilo, pero él lo hacía.

Jaemin ignoró el tumulto, dejando caer un beso en su mejilla.

—Nos vemos arriba, ángel. Buena suerte —Renjun lo observó subir las escaleras, admirando la forma en que sus jeans le abrazaban el culo.

Renjun se quedó atrás, observando cómo Jeongin jugaba a un juego que implicaba a una docena de hombres en traje de combate corriendo por un terreno baldío. Sólo pasó un momento o dos antes de que Jeongin pareciera sentir el peso de los ojos de Renjun sobre él. Se giró para mirarlo con puñales en los ojos.

Cuando Renjun no se apartó de inmediato, una espeluznante calma se asentó en el rostro del chico, que ladeó la cabeza de una manera que probablemente habría inquietado a alguien que no hubiera crecido en una casa llena de psicópatas. Le entregó el control al chico que estaba a su lado, deslizándose por el respaldo del sofá con una gracia que pocos podrían lograr.

Jeongin se movía como un bailarín, cada movimiento fluido e intencional, como una serpiente acercándose. Debajo del cárdigan de gran tamaño, llevaba una camiseta con el logotipo de Nike y una falda negra que le llegaba hasta los tobillos. Nada de ese atuendo debería haber combinado, y sin embargo le sentaba perfectamente a Jeongin.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca como para que se le oyera por encima del ruido, arqueó una ceja.

—¿Te puedo ayudar?

Renjun se apoyó en la pared, cruzando los brazos.

—Esperaba que pudiéramos ayudarnos mutuamente.

Jeongin frunció el rostro en una expresión de absoluta repugnancia.

—Por favor, dime que no me estás haciendo una proposición con mi hermano allá arriba.

El shock recorrió todo el cuerpo de Renjun.

—¿Qué? No. ¿Tienes siquiera edad para beber?

Jeongin apretó los labios formando una fina línea, dando a Renjun una mirada plana.

—Soy lo suficientemente mayor para muchas cosas. ¿Qué quieres?

La multitud en el sofá estalló en gritos de emoción hasta el punto que Renjun apenas podía oírse a sí mismo.

—¿Podemos hablar en un lugar más tranquilo?

Jeongin le dirigió una vez más una mirada de sospecha y finalmente asintió hacia la oficina de Jaemin. Una elección segura teniendo en cuenta que tenía ventanas tanto a la calle como al interior del garaje.

El olor a aceite de motor asaltó a Renjun en cuanto cruzó el umbral. ¿Cómo es que el olor era más fuerte allí que en el taller? Probablemente por el papeleo que hacía Jaemin en un espacio reducido. Nunca era totalmente capaz de tener las manos completamente limpias. A Renjun siempre le había parecido que el olor era poco atractivo hasta que Jaemin era el que lo tenía encima.

❣𝕯  𝖊  𝖒  𝖊  𝖓  𝖙  𝖊❣   ||ᴊᴀᴇᴍʀᴇɴ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora