Cherburgo

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A la mañana siguiente Jacques se despertó en su camarote, paseó por la cubierta de botes, saludó con la mano a gente que no conocía, se acerco al impresionante gimnasio y pasó la mayor parte del día descubriendo casi cada rincón del buque. Por la tarde, el Titanic llegó a Cherburgo. Para entonces Jacques se hallaba bajando por la "Gran Escalera". Este era el lugar más espectacular del Titanic. Había dos escaleras abordo, la escalera de proa, y la escalera de popa, que estaban habilitadas solo para la 1ª clase. La escalera de proa permitía a los pasajeros bajar desde la cubierta de botes hasta la cubierta F donde se hallaban los baños turcos.
Jacques oyó un gran alboroto cerca de las puertas por las que había accedido al transatlántico. Bajó hasta allí y pudo observar un montón de personas entrando al Titanic, mientras que otras les daban la bienvenida. Como Jacques no conocía a casi nadie se sintió un poco excluido del resto, pero, de repente oyó una voz familiar tras su espalda.
-¡Jacques!
- Saludos Jean. Me preguntaba si usted ha tenido alguna vez el gusto de conocer a alguno de estos nuevos pasajeros. - preguntó Jacques.
- Por supuesto que sí, este alto caballero es John Jacob Astor IV, primer hombre en hacerse rico en toda América y esa hermosa dama es su prometida. Esa otra dama es Margaret Brown. Cuando cumplió los 18 años se fue a buscar fortuna a Colorado, donde conoció a su carismático marido. Se volvió millonaria tras el descubrimiento de oro en una mina. - dijo Jean.
- ¡Que afortunada! - exclamó Jacques. - Discúlpeme la intromisión pero ¿dónde se encuentra su encantadora prometida?
Tras esto, Jean hizo una mueca de odio casi indetectable mientras que con la mano derecha se guardó algo en el bolsillo
- Oh, está en... nuestro camarote, -soltó una pequeña risa- debe de estarse maquillando, ya sabes como son las mujeres. Ahora, si no te importa, voy a volver al camarote para decirle si se puede apresurar un poco.
- Ya, por supuesto, cómo no se me ha ocurrido. - dijo Jean educadamente.
Tras esto, Jaques se fué tambien a su camarote. Una vez allí mientras revisaba sus cosas, pasó un trapo por su revólver, se sentó en el sillón y se quedó dormido.

La Joya del TitanicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora