En el Gélido Atlántico

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Cuando la popa se hundió por completo, Jacques al llegar al agua, fué absorbido por la parte trasera del transatlántico debido al efecto de vacío que había creado al hundirse por completo, Jacques consiguió llegar a la superficie de nuevo, pero mucha gente no. En el agua habían muchos pasajeros, entre ellos Jacques, que intentaban mantenerse a flote a base de mover las piernas y los brazos. Jacques no sabía nadar, él nunca creyó que llegaría a necesitarlo. Pero, de repente, distinguió entre el gentío lo que era un trozo de uno de los bancos que se hallaban en la cubierta exterior de la popa, se agarró a él, ese trozo no era lo suficientemente grande como para que pudiera ponerse encima tumbado, pero aún podía apoyarse para si, al menos no hundirse. Pasó una hora, y Jacques no podía mover las piernas, pasaron veinte minutos, y para entonces, Jacques solo podía mover un poco los dedos, y casi nada el cuello. Entonces Jacques supo que no iba a sobrevivir la siguiente hora. Sus últimos momentos los dedicó a su familia, a su sobrino y a sus amigos, entonces, Jacques cerró los ojos y nunca los volvió a abrir.

La Joya del TitanicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora