EL ESCUDO

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Ella, una chica con sentimientos puros, intactos, ella tan inocente pero tan perturbada. En ella duerme una pasión más grande que el mundo.

Entro al salón de clases, pero esta vez no quiso quedarse en ese lugar.

Ella usualmente SIEMPRE en su mente hay voces y no, no son pensamientos, hay voces que no la dejan estar presente en la realidad, algunas la desconcentran.

Pero dejando su mochila y por primera vez abriendo la ventana una voz suave, poderosa y firme hizo que levantara su rostro y escucho claramente decir... Búscame...

Sale del salón sin importarle la clase.

Su escuela era muy grande, llena de árboles y hasta el fondo una laguna.

El aire soplaba fuerte, frió como su piel así que se sintió segura, su corazón se tranquilizó, se sentó en el árbol más grande de la escuela el que da justamente a La laguna, cerró sus ojos y todos sus recuerdos llegaron a su mente, como desde pequeña en su hogar había cierta bipolaridad.

Su familia en todo momento, a cada instante le recordaba que no tenía papá, que no tenía una familia completa, cosa que un día su Tía Dominga le gritó diciendo que ella ¡NO TENÍA PAPÁ!

A que niña de 3 años no le dolerá eso... Y fue ahí, fue en ese momento como cuento de hadas y de súper héroes, las palabras de su Tía iban directo a su corazón cuando llego ese, ese escudo a protegerla, cubriéndola de toda adversidad. A su corazón no daño pero a su mente, sí.

Sus latidos se aceleraron, sus labios empezaron a temblar, las lágrimas estaban por salir.

-Suficiente, esa voz en mí no me hará caer, ni una sola lágrima saldrá, no seré débil, no me rendiré. –Abrió sus ojos, endureció su tierna mirada.

Salió de ese lugar, hiendo directo a su salón y para su buena suerte el maestro de la primera hora no había llegado.

(Hora de Taller)

Ella esta en el taller de Corte y Confección, aunque no era lo que le gustaba, era algo que la mantendría tranquila y menos ocupada.

-Maestra ¿Puedo salir?–Le pregunto aun con el gesto de dureza.

-¿Ya entregaste tus trabajos? –Respondió sin mirarla.

-Claro – Siendo muy cortando respondió.  

-Entonces sí. –La Maestra sin mirarla dio la autorización.

Leticia al notar que ya era la última hora para salir de la escuela, saco su mochila.

Caminando hacia su árbol, al parecer el más solitario. Como era de costumbre saco cualquier libreta para dedicarse a dibujar.

-No hay nubes –Miro preocupada al cielo.

El aire empezó a soplar como en la mañana.

No puede ser, sus ojos empezaban a cambiar, sus sentidos se iban, el escudo en ella oculto, protegió su corazón, la oscuridad estaba llegando pero ¿Cómo? Eso solo pasa al mirarse al espejo, solo cuando está en profunda depresión.

-No... –Su mirada se oscurecía, a penas y podía moverse.

Tiro su libreta, lápiz y su mochila, ah como pudo salió corriendo al baño, no quería ponerse en ese estado en la escuela.

Llegando al baño pero ahí, ahí estaba un espejo.

Un escalofrío inundo su ser, pudo sentir el miedo introducirse en su piel, pudo ver la tempestad apoderarse de ella.

Indeleble [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora