PRIMEROS PASOS

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Levanta su rostro y ahí estaba él.
Abre la ventana y lo mira de frente.
-Hola soy Daniel.

Leticia se pierde en sus ojos pero para su desgracia Daniel sonrío.
Ella vio en él un amor oculto pero también estupidez, esa misma que no le permite conocer o explotar en el todo lo hermoso que hay en su ser.

-Tú... ¿Cómo te llamas? –Daniel se estaba poniendo rojo como un tomate, su sonrisa se hacía más grande.

Leticia seguía en silencio, ella sabía que él sería un error.
-Disculpa me tengo que irme, adiós. –Cerró Leticia la ventana.
Pero tenía que salir por la puerta y topárselo.
-¿Por qué? ¿Tienes novio? No te preocupes podemos ser amigos. –El la tomo muy fuerte de la mano.

Esa acción de agresión despertó algo en ella a parte la textura de su piel, erizo su alma.

-No tengo novio y no me interesa tener, y... ¿Amigos? No te conozco. –Respondió sin mirarlo pero sin alejarse de él.
-¿Puedo saber tu nombre? –Daniel pregunto pero aun sostenía su mano.

Sus sentimientos despertaron, en su mente sus ojos se clavó, su sonrisa se arraigó a su ser.

Toma la más valiente decisión de su vida y lo mira a los ojos.

Y ahí, otro mundo diferente al de ella vive en él, sabe que si se queda a mirarlo y sentir una vez más cerca su piel no podrá alejarse.
-Karla. –Dio su primer nombre (Karla Leticia)
Para Leticia todo lo que hacía o decía tenía un significado, por eso a todo le ponía nombre. Ejemplo: Le puso Christopher a su celular.

Así que decidió enterrar a Leticia y que Daniel transformara a 'Karla'

Daniel miraba a Leticia como un ciego miraría al mundo por primera vez.
-¿Vienen por ti? –Pregunto Daniel.
-¡KARLA! –Una voz suave pero demandante se escuchó.

Leticia volteo rápido y soltó la mano de Daniel.

Era su hermano David, la miraba con cara de enfadado y cansado.
-Te estábamos esperando desde hace años. –David la tomo de la mano y se la llevo.

Leticia no miro hacia atrás y se fue.
-¿Dónde estabas? Te buscamos en tus dos árboles y nada. –Cinthia Lizbeth su hermana pregunto aunque ella preocupada.
-Estaba con un naco. –Respondió David tomando su mochila.
Cinthia cambio su expresión y la miro desafiante.
-mmmm... ¿Quién era? –Se cruzó de brazos y enarco una ceja.
-No es nadie. –Respondió mirando a sus dos hermanos.

(...)

Llegaron al hospital, a la oficina de su madre y cada quien siguió su rutina.
Pero Leticia sin acercarse a ninguna ventana, sin hacer sus tareas, sin decir ni una palabra, se dirige al baño necesitaba escuchar una de esas voces o más bien la voz que escucho en la mañana.

-Aquí estoy –Dijo mirándose al espejo.
El silencio la aplasto, nada en absoluto, ni una respuesta.

Leticia se sintió enfadada consigo misma, extrañaba a sus voces, extrañaba sentirse viva o era una forma de estarlo.
Estar fuera de límite, estar sufriendo, abriendo y quemando heridas era su forma de respirar, de existir.

Pero la voz que siempre repetía lo mismo era completamente diferente a las demás, esa no le daba miedo, esa no la lastimaba ni la aturdía, esa voz era liberadora, se podía sentir segura.

Y como siempre... Dos pasos hacia atrás.
Golpe tras golpe en su cabeza, retumbando en la pared, dejando roja su frente, llorando y desgarrando su amor, lastimando su alma, necesitaba parar pero deseaba seguir hasta dejar de sentir y al fin morir.

Indeleble [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora