Capítulo 20 • Lágrimas (I)

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- Bien, entonces, ¿qué hacemos? -preguntó Odette.

- Habéis dicho que el camino está despejado, ¿no? -preguntó Cormac mientras estudiaba las condiciones en las que nos encontrábamos.

- Sí, el del hacha ha sido eliminado y al de la espada no debe faltarle mucho. Lo dejé por allí desangrándose. También otros muchos soldados han sido eliminados y unos pocos han huido por donde habían venido -le informó Odette con premura.

- ¿Davis y Harrison? -preguntó Cormac sorprendido.

- No sé, uno era un tío grande con mustacho y bastante feo. Generó muchos momentos en los que creí que aplastaría a Nathan con su hacha. Pero no, al final fue él quien le partió el cráneo con su misma hacha -farfulló nuestra ruda amiga con esa profunda mirada que le conferían sus oscuros ojos marrones.

- Yo me quedé con el de rasgos indios, el que llevaba barbita y dos trenzas rubias. Aunque, la verdad, era una mosca cojonera. No me lo puso nada fácil moviéndose de un lado a otro sin parar, sobre todo porque tuve que estar alejada de él casi todo el tiempo. Es más, debo reconocer que hasta que Nathan no vino a ayudarme tras acabar con el otro mamonazo, el joven indio esquivó todas mis balas sin ningún problema -indicó Odette mientras trataba de explicárnoslo haciendo gestos bruscos con sus manos.

- En resumen, King, sí eran ellos -corroboró Nathan.

- Bien, en ese caso, trataré de llegar con Rose en brazos hasta el laboratorio, mientras tanto, como ya son las 17:00, yo os recomiendo que acudáis al lugar donde habíais quedado para escapar, dado que no podéis venir conmigo si queréis que podamos aprovecharnos de esta farsa -concretó Cormac.

- No creo que sea la mejor idea... pero vale, no parece que Rose pueda salvarse si no es con tu ayuda... -Nathan aceptó resignado, acercándose para darme un beso en la frente, a modo de despedida.

- A las 20:30 os esperamos en la zona del muro más próxima al bosque, encenderemos una de las bengalas que lleva Odette en su bolsa para que podáis encontrarnos. Pero, en el caso de que no aparezcáis, volveré a por Rose. En ese momento seremos enemigos de nuevo y me llevaré por delante a quien haga falta. Tenlo por seguro -le explicó Nathan a Cormac, imperturbable, apretándome contra su cuerpo en un intento de abrazo.

Acto seguido nos despedimos y cada uno tomó su camino, tal como habíamos acordado.

Nathan y Odette se marcharon con premura hacia el bosque, tratando de evitarse nuevos enemigos que Aaron pudiera haber enviado en dicha dirección, mientras que Cormac, cargado conmigo, me llevó rápidamente al castillo, en donde pudo colarme fingiendo haber matado a los asaltantes con la desgracia de haber tenido que ver cómo morían sus compañeros, y de haber podido recuperarme a tiempo en una caseta en la que estaba escondida, tratando de dar a luz.

Fue así cómo, al menos, Cormac contó su historia a los guardias del portón principal para que nos dejaran pasar. Y de ese modo logró llevarme hasta el laboratorio en el que se encontraba Blanche, justo cuando estaba apagando las máquinas que horas antes había puesto en marcha para comprobar cómo iba mi embarazo.

Yo, por mi parte, llena de sangre y suciedad, intentaba mantenerme consciente mientras observaba cómo todos allí, agitados al verme, empezaban a moverse de un lado a otro.

- ¿Qué ha pasado? -preguntó Blanche, intrigada.

- Estaba tratando de dar a luz en el establo, pero parece que no puede hacerlo así. Dice que hay una especie de rama que le roza y le hace mucho daño desde dentro. Además, está muy débil -le explicó Cormac muy preocupado.

- Sabíamos que esto podía pasar. Déjame examinarla -añadió mi hermana mientras Cormac me colocaba en la camilla que previamente me habían preparado, aunque fuera para otros fines.

Te Necesito (Vol I. Las Fronteras del Tiempo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora