♆Nuevo enemigo♆

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"A veces nuestros traumas nos comen desde adentro"

Luca Fiore

"Y cuando salen, tienen nuestro rostro"

Lorenzo Fiore

Luca estaba a punto de matar a su hermano, más que metafóricamente

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Luca estaba a punto de matar a su hermano, más que metafóricamente.

Y de no ser por la intervención de los juvies lo habría hecho sin dudarlo, porque lo más irónico de quererlo era lo mucho que podía llegar a odiarlo en ocasiones. Todo había pasado en la clase de química sin provocaciones previas o indicios claros. Lorenzo tan solo cruzó el salón con las manos en los bolsillos de su chaqueta, y mientras el señor Luther explicaba, el teñido se dirigió a él para darle un puño en la cara que no dudó en responder.

Lo demás era historia.

El mayor estaba ahora sentado a su derecha, con la barbilla llena de sangre que provenía de su boca y un moretón en la mejilla izquierda que podía ver desde su posición en la incómoda silla de la oficina de McCoy.

—De verdad a ustedes dos no les entra ni una jodida advertencia en la cabeza, ¿no es así? ¡Es la octava vez este mes! —El director negó con la cabeza, ninguno le había estado prestando atención realmente—. No los voy a mandar a detención porque a estas alturas no me interesa si se matan entre ustedes, pero van a ser castigados. Sépanlo.

McCoy suspiró decepcionado y alternó la mirada en ellos como esperando una respuesta mientras jugaba con la manopla entre sus dedos. Cuando estaban molestos se parecían mucho más que de costumbre; con el ceño fruncido y los ojos muertos, aún cegados por la rabia y las ganas de arrancarse la cabeza el uno al otro para colgarla en el asta de la bandera o algo así.

Ninguno respondió.

Luca echó los hombros hacia atrás, aligerando la tensión en estos mientras miraba a su hermano de reojo. Tenía el labio inferior roto en la cercanía de uno de sus piercings y llevaba puesta solo la chaqueta de la escuela, porque él mismo se había encargado de arrancarle la camisa intentando retenerlo mientras peleaban. No había rastro de la sonrisa ladeada que acostumbraba a tener, parecía enojado en serio.

Se pasó por cuarta vez el pañuelo bajo la nariz y observó el líquido carmín que manchaba el papel hasta que el director volvió a abrir la boca. Sus ojos verdes se enfocaron en el hombre una vez más y este desvió la mirada hacia el trozo de metal entre sus manos.

No parecía poder mantenerles la vista encima ni un segundo. Hilarante.

—No quiero ver sus caras en esta oficina hasta que pase el invierno y espero estar siendo claro. Tendrán que asistir a las cocineras hasta entonces como castigo luego de las clases, no me importa lo que tengan que hacer —McCoy les hizo una seña para que se largaran y ambos se levantaron sin mediar palabra—. Ah, y una cosa más.

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