♆Dulce truco♆

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"No existe más belleza en la muerte que el vacío de una existencia sin sentido."

Niko Savant.

 Niko Savant

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Niko estaba seguro que el trabajo de caridad que eran los hombres con los que salía debían calificarlo para obtener un premio Nobel.

Sin embargo, aquello era de lo poco interesante en su vida, pues no sabía estar solo. Le era común extrañar la forma en la que otros solicitaban su presencia, casi como un deseo narcisista de pertenecer a las necesidades ajenas, incluso ignorando que esos hombres solo eran especiales por el hecho de estar con él. Los había moldeado a su existencia y demanda. Gracias a él se convertían en protagonistas de sus propias historias, aun cuando su naturaleza estaba destinada a darles papeles secundarios.

Y no había una recompensa real detrás de todo su esfuerzo, solo la sensación vaga de sentirse incluído en algo.

Los muchachos de Sigma se la pasaban gritando. Entre discusiones sobre chicas y partidos se rotaban una botella de vodka que cada tanto iba a parar al asiento de Niko. Le dio un trago largo, buscando un poco de paz en la ebriedad previa a la fiesta de Halloween a la que iban en ese momento.

Estaba estresado y mucho, pues lo que había pasado días antes estaba comenzando a mostrar su verdadera cara, y el hecho de estar atrapado en el juego de Luca Fiore le imposibilitaba actuar con la libertad que requería para librarse de aquello.

Necesitaba sacarse eso de la cabeza, estar lo suficientemente sereno para no levantar sospechas de nadie, pero no podía ni pensar. El tocado en su cabeza, repleto de corazones de plástico, le picaba como el carajo y haberse puesto un montón de lencería aleatoria comenzaba a verse como una mala idea a esas alturas de la noche, casi tan mala como sus decisiones anteriores.

Las alas de su disfraz chocaron con las de Kendall y este lo miró de reojo con una sonrisa leve antes de parar repentinamente.

—Oye, Barbs. Eres muy callada, ¿sabías eso?

—Ojalá tú también lo fueras.

Easton se echó a reír, tomando su mano con ligereza y dando pequeñas caricias a sus nudillos.

Niko no entendía cómo no se molestaba con él.

—Quiero pedirte un favor, bonita, ¿puedo?

—Asumo. —Niko respondió, Kendall pedía demasiados permisos para importarle tan poco el consentimiento ajeno.

—¿Ves esa casa de ahí? —El moreno señaló—. Quiero que vayas a pedir dulce o truco.

—¿Qué?

—Vamos, mira —Kendall observó a Jordan y a los muchachos vestidos de asesinos de películas, y todos aguantaron una risa. Eso no pintaba bien—. Tu vas y te paras ahí, insistes un rato. Si te dice que no, le dirás que es truco y listo. Verás que pasa.

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