«Que ardan los cerdos y que mueran las ratas de esta ciudad.»
No todos los niños se vuelven astronautas o grandes doctores. Algunos se pudren como manzanas y otros sucumben por el peso de sus travesuras, volviéndose monstruos.
Monstruos sin corazón...
"No somos más que cobardes con fachada de héroes."
Luca Fiore.
"Creyendo que peleamos para ganar y no para sobrevivir"
Lorenzo Fiore.
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Odiaba a Nikolái Savant, y no exageraba para nada al afirmarlo.
Pues la cantidad de problemas que se pudo haber evitado de no tener nada que ver con el chico nuevo, eran más que suficientes para hacerlo cuestionar sus acciones en ese momento. Luca iba molesto por el pasillo, tanto, que no le importó para nada el juvie que comenzó a seguirlo en cuanto se acercó de más al territorio de McCoy. Tenía en mente encontrar al imbécil de Savant, y muy probablemente escupirle en la cara por haber arruinado su plan por una idiotez de ese calibre.
Si hubiera golpeado a Easton en otras circunstancias le habría traído sin cuidado, pero hacerlo frente a media escuela no solo era una declaración de guerra para su persona, también para todo Sigma.
Sierra, aunque no lo pareciera, era la consentida de ese bando y Luca sabía muy bien lo que el pirómano de su hermano era capaz de hacer por ella. El año pasado una maestra había acabado con quemaduras de segundo grado en el rostro por una disputa casual en clases, y varias veces los salones habían sido vandalizados por el moreno a punta de pintura y batazos por cosas tan simples como notas injustas.
Por eso no le sorprendería si mandaba a Nikolái a la mierda, porque ¿qué clase de persona pondría a un desconocido antes que a su propia sangre?
Luca suspiró, pasándose una mano por el rostro para disipar todas las ideas en su cabeza y encontró a Savant sentado afuera de la oficina, demasiado ocupado limandose las uñas para alzar la mirada en cuanto carraspeó frente a él.
—¿Qué mierda pensabas? —dijo bajo, incapaz de cuidar su vocabulario o evitar cruzarse de brazos. Niko se encogió de hombros con vaga altanería, y guardó la pequeña lima en su bolsillo para mirarlo.
—Llegas tarde, ya lo solucioné. —afirmó despreocupado, soplando un mechón rebelde que caía por su frente y sacando un pendiente en forma de espada del bolsillo para juguetear con él entre sus dedos.
Luca frunció el ceño, no solo confundido si no también molesto. Tenía ganas de darle un rodillazo en la barbilla y hacerlo morderse su larga lengua para que se callara de una vez, pero en vez de eso, solo habló.
—¿Qué quieres decir con que "lo solucionaste"?
—Pues así como escuchas, animal.
—No me queda claro, Savant. Tal vez porque no soy un puto adivino y quiero saber qué mierda pasaba por tu cabeza cuando decidiste mandar todo al carajo con nuestro trato.
—Estoy cansado —Niko pronunció soltando un bostezo—. Más que físicamente, así que ganas de discutir no me quedan muchas. Confórmate con saber que lo que hice nos salva el culo a los dos, y no necesitarás darme las gracias.
