Afterlight [IntoLight 1] *Editando*

03. El hospital

Era difícil no pensar lo peor cuando lo peor parecía estar pasando.
Una pesadilla disfrazada de sueño.
El purgatorio disfrazado de hospital.

Frío.

Es lo primero que noto, luego el pitido en mi cabeza, que parece saludarme apenas despierto. También logro escuchar el aire acondicionado, que sopla con fuerza.

Me remuevo, un tanto incómoda, pero siento el cuerpo extraño.

Intento abrir mis ojos pero tengo que cerrarlos al instante. Era demasiado brillante.

Demasiado blanco.

Lo vuelvo a intentar, poco a poco, entonces distingo una textura.

Acolchado.

¿Acolchado? ¿Como en los manicomios? ¿Acaso estoy en uno?

Quizás, después de todo, si que estoy loca.

¿Pero cómo llegué aquí? Lo último que recuerdo... El autobús, el chico que conocí, la medicina... La medicina.

Blake tenía razón, era algo más. Eso significa que el LIEG tenía todo esto planeado, ¿pero por qué?

¿Por qué dejarnos inconscientes si no iban a hacernos nada malo? ¿Quizás por su seguridad? ¿Por la nuestra?

No soy capaz de comprenderlo del todo.

Miro a mi alrededor, logro distinguir unos cuantos armarios atornillados al suelo, que también es acolchado. Cuando miro a mi derecha, veo un tubo transparente y delgado que se perdía bajo la delgada sábana que me cubría y que subía hasta una bifurcación, cada lado terminaba en una bolsa, una con un líquido transparente y otra con un líquido morado y de apariencia espesa.

Aparte de eso, no había más nada en la habitación, al menos no al alcance de mi vista.

Trato de sentarme, aunque tenía el cuerpo demasiado entumecido, cada movimiento provocaba una punzada de dolor. Alargo un quejido mientras me incorporo, sintiendo un cosquilleo en las sienes y luego un fuerte dolor tras los ojos.

¿Qué diablos es esa cosa morada? ¿Para qué se supone que sirve?

De hecho... ¿se supone que esto es el LIEG? ¿Una especie de manicomio?

Vuelvo a girar la cabeza, buscando algo más. A mis espaldas había una gran puerta metálica con aspecto de ser pesada y en un par de esquinas alcancé a ver cámaras.

—¿Ho-Hola? —Pregunté, sin saber muy bien por qué, quizás porque quería que alguien me sacase de aquí o al menos que me explicara un par de cosas. Sentía la boca seca y la lengua pesada, no había notado hasta ese momento la sensación pastosa, tampoco había notado el dolor de estómago y la sensación de vacío.

¿Cuánto tiempo llevo inconsciente, sin comer o beber algo?

Joder, no estoy entendiendo nada de lo que está pasando.

Esperaba que después de hablar algo sucediera, como que entrara algún doctor o enfermero al instante.

Pero todo lo que obtuve fue un silencio que, en realidad, era bastante escandaloso.