Capítulo 22. Helado.

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Sé que ya debería de estar acostumbrada a sus desprecios, sé que aunque yo no tenga la culpa, entiendo sus desprecios pero me duele.

-Genial, no eres el único a quien no le interesa mi persona, ¿Me puedo ir ya?- dije mientras me daba la vuelta.

En otra ocasión no hubiera respondido así pero me dolía demasiado, estaba apunto de llorar y no quería que me viera.

-A Leo, si le interesa tu persona- decía Polo mientras me marchaba.

-Porque él no ve más allá, como tú-

-¿A qué te refieres?- me miraba con duda.

-El me ve como una víctima, solo quiere ver luz en mi pero yo estoy llena de oscuridad y gracias a ti ya sé dónde lo he heredado-

-La vida que has tenido no ha sido justa, eso nunca lo voy a discutir y de verdad que lamentó eso, una parte de mi te odiaba al imaginarte feliz pero hubiera preferido eso-

-La tuya tampoco ha sido justa y no te quejas, solo me desprecias, cada uno lo lleva como puede- digo esto y me marcho.

Es la primera vez que era tan directa hablando con él, y me latía fuerte el corazón del medio. Solo cuando ya voy a suficiente distancia me giro para ver qué no hay nadie detrás mía. Me encierro en uno de los baños, era normal y tenía pestillo por suerte. Me siento en el suelo con la espalda pegada a la puerta y solo en ese momento rompo a llorar, estoy demasiado mal. Me pongo la mano en la boca para que no me oigan llorar. Creo que en todo este tiempo no me había roto y esto no es malo, esto me hace humana, no el monstruo que creo ser. Aunque sea bueno, me duele el corazón en apenas unos meses mi vida había cambiado y no me había podido parar a contemplarlo de la manera que debería, no había tenido tiempo de reflexionar sobre que no voy a clases, que ya no vivo en mi casa con mi madre y mi hermana, ya no duermo en mi cama ni voy a comer helado.

¿Estaba llorando hasta por un helado? Esto es demasiado para mi, mi cabeza estaba ida hasta creía notar alguien sentado en el otro lado de la puerta pero no podía ser. Leo o Flor ya hubieran echado la puerta abajo. Intento calmarme echándome mucha agua en la cara, había estado más de 20 minutos llorando sin parar y mi cara estaba demasiado hinchada. Espero unos minutos más hasta salir del baño. Me dirijo hacia el salón donde había dejado a los demás y sin acercarme mucho les digo que estoy cansada para poder retirarme, si me acerco iban a preguntar y seguro que volvería a llorar.

-¿Estás bien, niña?- preguntaba Flor mientras se acercaba.

-Sí, sí, no te preocupes...- le decía mientras me daba la vuelta rápidamente.

Me giré tan rápido que tropecé con Polo que estaba viniendo hacia el salón, me caí al suelo y comienzo a llorar como había echo antes. Flor y Janeth se acercan a mi rápidamente con preocupación, Leo no estaba.

-Zakia, ¿Te has echo daño?- preguntaba Janeth.

No podía hablar y negaba con la cabeza.

-¿Qué le has echo?- Flor se enfrentaba a Polo.

Él por su parte permanecía tranquilo pero sin su sonrisa de psicópata. Parecía entender todo lo que pasaba. Las chicas intentaban consolarme pero no podía controlarme. Hasta que Polo se pone de cuclillas hacia mí y me quita una de las manos que tenía en mi rostro.

-Dime, ¿Qué quieres?- preguntaba serio.

Respiro profundamente.

-Helado- es lo único que me sale decir.

Las chicas repiten detrás mía y piensan que no es verdad lo que acabo de decir. Polo se levanta de su posición y se marcha. Me levanto con ayuda de Flor y Janeth, nos vamos a la que sería mi habitación, era enorme y preciosa, había de todo lo que una chica quisiera desear, ropa de todo tipo, maquillajes, perfumes, televisión enorme con una PlayStation 5... pero en ese momento ninguna hicimos demasiado caso. Me metieron en la cama y me abrazaron. Cuando me calmé empezamos a hablar.

Tienes que confesarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora