El domingo finalmente había llegado y con ello la salida con Japón seguía algo nerviosa, pero lo suficientemente confiada para poder ir. Revisaba mi armario y me di cuenta que no tengo nada, o sea solo tenía la misma prenda pues me negaba a revisar aquella caja que se encontraba al fondo y tampoco podía usar un vestido que me regalaron hace unos dos o tres años las trillizas.
Al final use lo de siempre, el cuello de tortuga negro, los pantalones y las botas cafés, me arreglaba el cabello cuando volví a ver las flores de hace unos días, suspiré antes de agarrarlos y dirigirme a las escaleras.
-¡Lo sabia!- Y como no, no podía faltar aquella voz que no paro de molestarme durante el resto de la semana.
-¡Cállate de una vez, kaz!-
-Amargada- Respondió volviendo enseguida a su cuarto.
¿Recuerdan cuando les dije que era mi favorito?, retiro lo dicho.
Termine mi camino hacia la puerta y camine a paso lento hacia aquel departamento, habíamos quedado en que yo la pasaría a recoger.
Mientras caminaba mi recorrido de al menos 10 minutos la soledad a mi alrededor se hizo notar dejándome nada más a mi y mis pensamientos.
Empecé con algo como ¿solo llego y ya?, supongo que si es lo normal ¿no?, pero empezó a escalar a más, entonces llegó Saludó y le doy las flores, ¿pero no es mucho? No tenemos ese tipo de confianza, talvez me vea mal o igual y es solo una broma, si una de mal gusto en la que he caído y ahora seré la bural de las reuniones por pensar que en serio quiere algo conmigo, ¿algo?, obviamente amistad ¿no? Digo ¿que más puede ser? Yo no le gusto, ¡ella no me gusta!, no claro que no solo nos llevamos bien, un momento ¿ella no había dicho en alguna junta que era lesbiana? Pues si, pero eso no tiene relación, para nada, puede ser así y solo querer una linda amistad conmigo, solo estoy sobrepensando las cosas, nada más.
Pude haberme seguido estresando más si no fuera por el hecho de que había llegado ya al lobby, así que con la poca confianza que me quedaba subí hasta el piso de Japón y al momento de tocar la puerta me quedé más sorprendida que la primera vez que había hido.
Frente a mi Japón, vestida con una camisa blanca y una sudadera como las que usaba normalmente, pero más ajustada, se veía más linda que de costumbre.
-¡Biel!- Al hablarme volvi a la tierra dejando solo unos segundos antes de responder.
-¡Ah! Japón, hola. Estem son para ti.- Dije de manera nerviosa entregándole el ramo.
-Ay, no te hubieras molestado, yo no tengo nada...- Contestó al acto agarrandolas y entrando a la casa. -¡Pasa!
-Lo siento, no tenía planeado traerlas y eso...-
-No te preocupes, entonces ¿nos vamos?- Pregunto regresando a la entrada.
-Si.-
Tras eso empezamos nuestro camino, yo solo me dejaba guiar mientras me contaba como la había estado pasando esta última semana en el país, como se perdió y encontró de casualidad una hermosa cafetería. Mientras más veía me daba cuenta de que era como si dos personas vivieran dentro de ella, una empresaria multimillonaria que solo le importaba triunfar y una cosa energética, no, un gato, definitivamente era un gato.
-¡Llegamos!- Gritó emocianada frente a una cafetería pequeña rodeada de árboles, no había mucha gente, pero tampoco era un establecimiento abandonado.
Al entrar se podía sentir el aroma del café, decorada con plantas y unas cuantas mesas no estaba mal.
-¡Japón!- Gritó un chico en la barra saludando a la mencionada cosa que fue correspondida. -Volviste, que bueno.
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Dos mundos, un corazón
RomanceNunca pensaron que eso pasaría, solo eran un vago recuerdo de su niñez, quien diría que terminarían enamorándose pero tal vez el destino no quería eso pues debían ocultar su amor, ese amor tan puro que tenían, si solo la sociedad no lo viera de esa...