Capítulo Nueve - Marcas

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Evangeline James

Abro lentamente mis ojos y parpadeo un par de veces hasta que finalmente me adapto a la luz blanca de la habitación en la que me encuentro.

Me duele absolutamente cada extremidad del cuerpo, es como si un camión me hubiese pasado por encima.

No hay nadie a mi alrededor, observo la habitación a detalle y caigo en la cuenta de que estoy en un hospital, llevo mi mirada hasta mi mano derecha y veo que tengo una intravenosa con lo que me supongo es suero, veo mis brazos, y noto varios hematomas en los mismos, tal y como si hubiese recibido una paliza.

¿Por qué estoy en el hospital? ¿Qué ocurrió anoche?

Trato de recordar que fue lo que paso, pero no recuerdo absolutamente nada.

Mi último recuerdo es estar afuera con Zuri y ya después todo es un enorme vacío.

Intento levantarme pero descarto esa idea cuando siento un dolor punzante en mi costado izquierdo, el cual me hace gemir del dolor.

En ese momento, la puerta de la habitación se abre dejando ver a un hombre mayor con bata blanca, el mismo señor me sonríe en cuanto me ve y se acerca a mi.

-Ha despertado ya- comenta el hombre. -eso me alegra.

El doctor se acerca a mi y comienza a examinarme.

-¿Cómo se siente?- pregunta mientras revisa mis ojos con una pequeña linterna. -¿Ha experimentado mareos o jaqueca?- niego con la cabeza.

-¿Qué estoy haciendo aquí?- pregunto con voz rasposa. El doctor me ve confundido.

-Señorita, ¿Recuerda algo de lo que ocurrió anoche?

Niego lentamente.

-Oh vaya...- comienza aquel hombre nuevamente y mi ceño se frunce.

-Oh vaya- repito. -¿Qué quiere decir con "Oh vaya"?

-Será mejor que le avisemos a sus padres, para que ellos vengan y estén con usted- el doctor ahora me ve con pena.

-Lo que quiera decirme, dígamelo- respondo. -soy lo suficientemente adulta ya.

-Señorita, se lo que le digo- insiste el doctor. -deme el nombre de alguno de sus padres, para así llamarlos.

Esto no me está gustando nada.

Papá está en Tokio, así que descarto la idea, y mi madre, ella no está en Tokio, pero no sabría que esperar si la llamo para que venga.

-¿Señorita?- el médico me saca de mis pensamientos y lo observó. -¿Me dará el nombre de algún familiar?

Asiento lentamente.

-Stella Walker- digo con firmeza. -ella... es mi madre.

-De acuerdo- responde el médico. -en breve estaré de nuevo con usted.

-¡Espere!- el doctor se detiene ante mi llamado. -yo estaba con mi amiga, ¿Ella dónde esta?

-¿Se refiere usted a Zuri Prescott?- asiento. -ella está bien, le hicieron un lavado gástrico al igual que a usted, pero sus padres ya se la llevaron esta tarde.

-¿Esta tarde?- repito y el asiente. -¿Qué hora es?

-Casi las nueve de la noche- responde el médico. -ha dormido todo el día, señorita James.

Y dicho eso, el medico me da una tenue sonrisa y sale de la habitación dejándome sola.

Me siento muy cansada sin mencionar que me duele absolutamente todo.

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