8. Amenaza☆

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Cada uno se dispersó a la luz del sol, que comenzaba a iluminar la ciudad

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Cada uno se dispersó a la luz del sol, que comenzaba a iluminar la ciudad. Tras esa agotadora noche, ansiaba alejarme de aquellos horrores de esa noche tan desastrosa de arduo trabajo, aunque eso significara que de día volvería a mi vida común y corriente. Era un retorno a la monotonía que tanto contrastaba con la intensa vivencia de la noche anterior.

Al abrir los ojos, ya no sentía ni el cansancio ni el dolor; había regresado a mi vida de siempre, la vida en la que, lamentablemente, no estaba ni por cerca llena de algún tipo de emoción o aventura como lo era mi vida nocturna. Aunque llevaba un tiempo haciendo esto, es algo a lo que aún no me acostumbraba; se sentía como si fuera un sueño muy realista, pero sabía que era más que eso. Era mi realidad, algo así como un secreto que debía ocultar mientras enfrentaba las luces del día.

Al bajar de mi cuarto, ya listo con el uniforme de presidiario, Soul se encontraba en el sofá de la sala, aparentemente nervioso, evitando girar la cabeza hacia ningún lado y aferrándose a su mochila que tenía sobre las piernas.

-¡Buenos días, Aren! -dijo tímidamente-. Te esperaba para irnos. -se adelantó a decir antes que yo preguntara, algo inusual considerando que no era común que viniera a mi casa tan temprano.

-¡Buenos días! Pero no era necesario que hicieras eso.

-Soy tu amigo, ¿no? ¿Acaso no puedo hacerlo? ¿Acaso no me quieres? -reclamó en tono bromístico, tratando de hacerse el ofendido. Sus bromas eran contagiosas, y noté cómo su personalidad estaba siendo influenciada por Nathe, lo que lo hacía aún más divertido.

Solo reí. Era reconfortante tener a Soul a mi lado en estos tiempos difíciles. Juntos nos encaminamos hacia la puerta de salida, listos para enfrentar otro día en ese lugar que algunos llaman colegio, aunque yo repetía muchas veces que sentía como si fuera una especie de tortura diaria. ¿Quién inventó la escuela, Dios mío? Para mi buena suerte era viernes, podría estar libre todo un fin de semana de no asistir a esa cárcel.

Pero en fin, aún debíamos sobrevivir al día, qué mejor que tener una plática tan trivial con un buen amigo mientras nos dirigíamos al colegio. Las calles se empezaban a llenar de esa energía cotidiana que a menudo nos agotaba, pero ahí estaba Soul, con su actitud positiva que parecía inmune a todo.

Todo parecía ir igual que siempre, hasta que nuestro tema de conversación se transformó en algo que de nosotros dos, solo yo debía conocer.

-Oye, Aren, anoche tuve un sueño bastante extraño -comentó con cierta inocencia en su hablar.

-¿En serio? Cuéntame, ¿qué soñaste? -dije, mientras mis manos intentaban disimular mis bostezos, en serio a mi cuerpo real le faltaba dormir

Soul comenzó a hablar de sus sueños, no era algo que él compartiera fácilmente y hablara usualmente sobre ellos, pero en ese momento sentía que necesitaba sacarlo a la luz, y yo estaba ahí para escucharlo. Al principio no era nada raro, todos eran esos típicos sueños extraños que uno tiene de vez en cuando, como cuando sueñas que vas desnudo por la calle y te da igual, o como cuando sientes que puedes volar, así los percibí entre las risas de mi amigo. Sin embargo, yo no estaba listo para escuchar lo que iba a salir de su boca:

La vida de los héroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora