Un adiós o un "no quiero volver a verte" no es realmente un final, un final no es algo repentino, puntual, no es algo que ocurre y termina todo lo que une a sus personas, un adiós es solo el comienzo; y tampoco es el comienzo del final realmente. El principio ocurre antes de que lo sepas, antes de que ocurra nada malo o algo que indique que va a acabarse, todo comienza cuando ya no se esfuerza por estar, por verte, por preguntar lo que ocurre y deja de importar tanto el momento. El final no ocurre en ese momento, ahí es donde empieza a desprenderse de todo, de los recuerdos, de los instantes intensos, divertidos, angustiosos, de los tristes y abrumadores, de los complicados y de los momentos en los que ambos os necesitabais, de los momentos en los que no erais solo dos personas que habían simplemente coincidido, sino dos entidades unidas por las decisiones y el bienestar de ambos, una simbiosis compleja que suele sobrevivir durante un tiempo.
Pero no, el final no llega cuando se rompe la unión, no. El final llega mucho más tarde, cuando después de sentir todas las afiladas cuchillas de los recuerdos te asaltan, cuando deseas haber dado algo más allá de ti, más de lo máximo que habías dado, cuando te ahogas en la culpa y la soledad, en el hueco que ya nadie ocupa y que te quema como si estuviese lleno del vacío del espacio, inherte e hiriente. Cuando todos los gritos los escucha la almohada sobre la que derramaste los sueños con es persona y que se muere por ayudarte a aliviar el dolor, cuando el mundo se vuelve sepia y falto de color, carente de música, lleno de chirridos y desánimo; cuando el corazón se para y susurra que no puede más, que no sin esa persona; y tu mente le anima a seguir por una promesa vacía que ya no tiene valor y se esfumó con ella. Cuando las estrellas ya no brillan como antes, cuando la luna azul llora por no poderla ver porque las lágrimas te ciegan.
El final no es ese, el final llega cuando las lágrimas te limpian la mirada y consigues ver la luna tras las nubes, cuando las estrellas te enseñan todos sus colores y brillos, cuando el corazón renace convencido por la mente liberada de sus pesadas cadenas; cuando regresa la música cantada por los pájaros, cuando el pálido cielo atardece con los más intensos colores, cuando la almohada solo soporta tu cabeza al soñar. Cuando nace en ese espacio de nuevo una estrella que te lleva y te da el valor y energía que te habían quitado, cuando sales a flote y das una enorme bocanada de aire limpio, cuando los afiliados cuchillos de los recuerdos se vuelven romos y sin punta.
El final llega cuando empieza a desaparecer la culpa y el remordimiento de haber podido ser más o durante más tiempo. El final llega como un nuevo comienzo de alguien nuevo con todo lo que ha sido.
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Hilo roto
ContoEmociones sacadas y escritas para eliminar un veneno que angustia y de vez en cuando hace sufrir