[La maldición]

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Bienvenidos al pueblo de Fortaare, donde los cadáveres cobran vida propia por la noche, maldición sembrada sobre este hacía ya unas décadas.

Pasadas las 12:00PM los engranajes del reloj se detienen y las manecillas dejan de girar, todos las habitantes del pueblo saben a lo que esto conlleva por lo que se hace raro que ver a alguien deambulando por sus calles llegada esa hora. Sin embargo, los pobladores habían puesto la poca esperanza que les quedaba en el nuevo sacerdote recién llegado, digo pocas porque no sería el primero, era el decimocuarto esa vez, los anteriores habían fracasado, sin saberse nada sobre ellos después de realizado el exorcismo. Ya casi llegaba la hora, el ritual debía realizarse frente a la iglesia que llevaba en sus alturas el inmenso reloj, y justo al lado del templo religioso quedaba el cementerio, lugar de donde brotaban los muertos.

El sacerdote dio inicio al rito, levantando su mano derecha donde sostenía un cáliz y recitó unas palabras. Los cadáveres que ya comenzaban a aparecer, ahora desprendían un humo fastigante que no tardó en cubrir gran parte del terreno. El obispo con dificultad intentó poner fin al ritual, pero antes por error o mejor dicho por una fuerza obligante, dejó caer la copa que sostenía al suelo haciéndose pedazos. Aquello se volvió un caos total, desapareciendo todo lo que tuviera vida en el pueblo. Después de aquel día, Fortaare se vio gobernado por el abismo del infierno.

Cuentan en ciudades vecinas que cualquiera que se atreva a poner un pie allí, su existencia sería borrada para siempre.

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