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Teodora camino furiosa dentro de la gran hacienda del San Juan. Se sentía tan miserable. Su padre había encontrado a otro pobre cristiano al que engatusar, convenciéndolo de intentar cortejarla frente a Leo, su prometido.Teodora, que tenia un orgullo mas grande que la Sierra Madre, lo rechazo tajantemente en medio de todo el pueblo humillándolo públicamente. Su padre la habia tachado de mujerzuela y una desgracia de hija. Y a el? Le habia prohibido rotundamente volver a acercarse a ella.
El, que era todo un caballero, se habia disculpado con el malnacido de su padre y habia jurado que no lo volverian a ver junto a ella, por respeto a las peticiones del señor Villavicencio.
Pero Teodora no se iba dejar ganar tan facilmente, y aunque tuviera que robarse el caballo de su padre, y cabalgar hasta la hacienda de promentido en uno de sus lujosos vestidos, iria a verlo a como de lugar.
Gracias a Dios, su nana Toñita estaba arreglando algunos asuntos con el padre Godorfredo en la entrada, asi que con toda la desesperacion de una mujer enamorada se acerco frenetica a preguntarle si no habia visto a su amado.
-Ay hijita mia, por favor habla con el, lleva encerrado tres días en su cuarto- suplico la ancianita- ¡Hazlo entrar en razón! Desde ayer no ha probado bocado, y yo ya no se que hacer.
Sin perder tiempo corrio tan rápido como sus piernas le permitían hacia el cuarto del panadero, ya le explicaría con detalle la situación a Toñita después de resolver todo este drama. Tamboreo con todas sus fuerzas la puerta de madera que los separaba, y antes de que pudiera grítale que le abriera de una maldita vez, su mano choco contra el pecho del peli café.
Sin decir una palabra, Teodora alzo la vista, mirándolo a los ojos.
Pero el aparto la mirada y camino de regreso a su cama, dándole la espalda.
-¡Leonardo San Juan! Tenemos que hablar- Su tono de voz era firme y decidido.
-Dejeme solo...-Sentado en la orilla de la cama, escondio la cabeza entre sus brazos-Tu y yo no tenemos nada de que hablar...
A Teodora se le quebró el corazón. Aquellas palabras quemaban como cera caliente, pero le dolia infinitamente mas verlo tan desolado y sin emoción.
-¿Qué hay de nuestro compromiso?- La pregunta había salido un poco mas cortante de lo que pretendía, pero su garganta comenzaba a cerrarse.-¿Acaso ya no significa nada para ti?
Su voz estaba temblorosa, y sentía algunas lagrimas comenzar a acumularse en sus ojos. Pero se mantendría firme. Lo amaba, y si para estar con el tendría que trabajar todos los días en una panaderia por el resto de su vida, que asi sea.
-Vete ya...-Su aliento olia ligeramente a tequila, y Teodora noto que había algunas botellas en el suelo. Habia estado tomando.
-¡No! ¡¿Es que acaso no te das cuenta que-
-¡Para ya!-
Las palabras murieron en los labios de Teodora. Leo nunca le había gritado asi. Estaba confundida y dolida. Pues bien, si no quería hablar con ella, no se iba a quedar. Con el corazón deshecho, giro sobre sus pies y dio un paso camino hacia la puerta.
-¡No, no se vaya usted, por favor! ¡Ya no la volveré a molestar, jamás!- Leo la tomo por la muñeca, impidiendo que saliera de la habitación-Se lo prometo, pero por favor, oigame usted...
Aquí, en este lugar, le quiero pedir perdón -La atrajo hacia si, abrazándola por la cintura- Perdón por todo, perdón, por quererla...
Leo apoyo su frente en el hombro de la pelirroja, y hundio sus brazos en su cuerpo, abrazándola tan fuerte, como si su vida dependiera de ello. Respiro hondo, y el olor de su perfume mezclado con su piel inundo sus pulmones.
Lagrimas comenzaron a resbalar por las mejillas de Teodora, lagrimas de impotencia. De dolor. De incertidumbre. Aquello era demasiado. No era justo, ¿Qué acaso solo por ser rica, no merecía también encontrar el amor?
-Pero yo no tengo la culpa... de sentir lo que siento por usted-La voz de Leo era prácticamente un susurro, frágil y ligeramente ronca por el alcohol.- Me han dicho, que yo no tengo derecho a enamorarme. Y menos... de una persona como usted...
Alzo la cabeza para estar cara a cara con su amada, estrechándola entre sus brazos. Los rayos de luz que se colaban a través de su ventana iluminaban su rostro, y Teodora sintió como su corazón palpitaba con fuerza en su pecho.
Se veía... tan etéreo.
Vulnerable y delicado.
Sus ojos brillaban igual que toda la habitación, un leve sonrojo pintaba sus mejillas. Sus dedos trazaron suaves garabatos en su mejilla, y Teodora pensó que se derretiría como miel entre sus manos. Podía sentir el calor emanar del cuerpo de Leo.
-Porque soy lo que soy... Y ni yo mismo se cómo iré a acabar-Sus palabras tenían un ligero tono de sufrimiento, y hablaba como si estuviera confesándole un secreto que solo ella sabia.-Pero el corazón, no sabe de eso. Sigue tranquilo... en calma.
Te amo, Teodora... y todavía me quiero casar contigo. Así te pregunto, ¿Podrás perdonarme, amor mío?
El pulso de Teodora se acelero, y de pronto su cabeza se sintió muy liviana, como si todas las penas de su alma se hubieran esfumado. Liberando el peso que cargaba desde hacia días y llenándola de jubilo. Se sentía en paz, como si mil campanas repicaran en su corazón.
-Por supuesto que si, alma mía -Soltó una risita, aun con su cabeza escondida entre su cuello, y pasando sus dedos entre el cabello de su nuca.- Te amo, Leonardo San Juan. Te amo como la brisa ama al cielo y como La Luna ama al Mar. Te amo por lo que eres, y no me importa lo que digan de mi, con tal de que te quedes a mi lado.
[...]
N/a: Vi demasiadas peliculas de Pedro Infante y se me ocurrio esto. Si reconocen la pelicula de donde saque el dialogo de Leo, no you dont. Esto no es parte de un AU ni una historia que vaya a desarrollar mas.
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