Capítulo 4: La esposa de Destino.

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Se estaba refugiando en una tienda antigua, aún no podía salir de la ciudad porque debía buscar algunas cosas importantes en el refugio.

Hace unos días, Jay y su padre hablaron en el bosque; la sorprendió ver al sujeto que fue el hombre de hielo. Sin embargo de su mirada que parecía fría y ruda se notaba un hombre de confianza y sensato, aunque si lo pensaba le dolía la cabeza pensar en un hombre que fue un loco en alguien cuerdo.

Primero fue Jay a quien vio venir pero su padre lo seguía de muy cerca, así que no tardó en salir de los arbustos. Según los relatos de su novio, el señor Mertens era alguien rudo, que hablaba poco y no le interesaba la compañía, pero pidió hablar con ella de forma respetuosa y ya no podía escaparse.

La cuestión fue clara.

Son niños y no podían estarse viendo a escondidas, aunque tuvieran 15 años eran muy jóvenes y desconocen un sin fin de peligros del exterior, además de que ella estaba siendo "cazada" por su clan y llegaría un punto donde verían una debilidad, un despiste o un punto débil el cual usaron y ya no tenía retorno al clan, no luego de esa traición y terminando presa.

El señor Mertens no quería arriesgar a su hijo pero era evidente que incluso con castigos y pedidos, o el mejor entrenamiento, no podrían luchar contra el clan; su propuesta fue que viviera con ellos en la casa.

Ambos quedaron en que sería de esta forma, sin embargo no había lugar para ella así que Finn debería construir una nueva sección o una pequeña casita donde ella podría vivir.

Cuando salió de los arbustos para ayudar a la familia en el campo de cultivo y dejar de esconderse los ayudó en el trabajo, pero escucho al señor Mertens reírse con la mujer de cabello rubio y con el rostro con suciedad. Decia que desde su llegada su casa no paraba de crecer en miembros y que podría montar una empresa, un hospedaje o un barrio con casas para sus hijos y sus familias al crecer.

la mujer de rubio rió con él afirmando que estaba exagerando y que en realidad así es el mundo.

Desde ese momento decidió que si ocasionaba un problema se marcharía, pero temía que Jay se fuera con ella y eso destrozara a la familia.

Esos días lo estuvo pensando mejor y realmente estaba asustada, más aún cuando pisó tierra y se dio cuenta del mundo en el que vivía y donde estaba durmiendo, era una tienda de comestibles durmiendo entre cartones con una gotera que la molestaba cerca de donde dormía.

miraba el techo sucio y pretende cerrar los ojos, solo por un rato y resultó en quedarse dormida. 

Cuando despertó se asustó mucho al escuchar el megáfono con la voz de su padre quien celebraba y hacía de las suyas en el pueblo. 

–"es el momento" – pensó mientras se escondía en las paredes rotas y espiaba si su padre y el clan ya se habían ido lo suficientemente lejos. 

Conocía la mansión en la cima, así que sería fácil entrar, podría hacerlo tranquilamente y llevarse lo que necesitaba de esa horrible choza. Habia un sitio que no conocia y el tonto de su hermano pequeño, loco por el poder. Había una alcantarilla que ya no se usaba porque en cierto punto estaba rota y ese era el sitio que usaba para salir y entrar cuando no soportaba a su "familia".

Así es, le enseñaron a llamarlo familia pero parecía un pacto irrompible. Su padre siempre la trataba de forma especial solo porque no se dejó amedrentar nunca y se volvió una chica ruda, casi parecía una copia de destino, por eso el patético nombre.

Amaba su nombre pero realmente envidiaba a Jay. El fue nombrado con amor y creció en un hogar protegido mientras ella solo era un nombre de otro, un diminutivo, un inferior a la sombra del patético de su padre. Su novio en cambio creció amado por su madre, muestra en un nombre, algo único y que te conecta a algo; en cambio ella su conexión la tuvo cuando Jay no la llamó "pequeña Destino" y le dio el apodo de Destiny. 

Hora de aventura - La nueva sopaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora