Capitulo 2: Heladeria.

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Se sintió una eternidad qué llegase ese mañana.

Su cuerpo se encontraba tapado por las cobijas, recostado en la cama, su pie desnudo sobresalía del colchón y se movía de arriba a abajo en un ritmo constante, no había parado de moverlo desde ya hace un rato, su antebrazo derecho estaba recargado en su frente y su mano izquierda se posaba sobre su estómago, acariciando su ombligo.

La luz del sol que atravesaba la ventana iluminaba su habitación, haciendo contraste con la habitación que se encontraba gris y oscura, deprimente y lúgubre, triste y sin vida.

Así se sentía el.

Sus pestañas se posaban en su párpado inferior ojeroso, su respiración estaba tranquila por primera vez en horas, estaba terriblemente cansado.

Había pasado toda la noche pensando en su presentación, en su cuerpo y en su mente y en cómo no podía cambiar absolutamente nada de eso.

Volteo su cabeza en dirección hacia la ventana, abriendo sus ojos lentamente, se encontraban rojos y le ardían como el infierno, se levantó de la cama con un gran cansancio acercándose para cerrar las cortinas, para luego regresar a tirarse encima del colchón, con su cara pegándo sobre la almohada.

Su madre había entrado a su habitación hace un par de minutos, para abrir la cortina, se acercó hacia el, preguntándole si se sentía bien, el por supuesto no le dijo nada, no quería mentirle.

La omega le dijo que iría al centro comercial y le pidió que por favor la acompañase.

Y por supuesto la conversación había sonado un tanto algo así:

-No dejare que te deprimas amor, sabes que puede llegar a ser muy peligroso, ya que ahora eres....-fue interrumpida.

-Omega! Si, ya se, no tienes porque
recordarmelo.- Dijo molesto, pausando al darse cuenta que le había gritado a su madre. -lo siento mamá no quise hablarte de esa forma, es solo que estoy..- fue interrumpido.

-Angustiado, si, lo se, puedo entenderlo cariño, lo entiendo todo..- se acercó para darle un abrazo reconfortante a su cachorro sabiendo que lo necesitaba.

Se separó de su hijo, dándole una sonrisa, dirigiéndose afuera de el pieza desordenada, esperando a que su ojiazul si se levantara.

El no había salido de su habitación desde su celo y no iba a hacerlo si Louis no supiera que su madre estaba preocupada por el, ella sabía que se sentía deprimido por su presentación y como toda buena madre que se preocupa por el, quería que su hijo saliera de ese agujero deprimente en el que se encontraba.

Insistió en hablarle ella misma y poder permitirle escuchar sus palabras, el se negó.

Insistió en llevarlo a un psicólogo, para que pudiera hablar sobre sus sentimientos respecto a su presentación, el se negó.

Insistió en llevarlo a algún taller de cocina o pintura para que se distrajese, el se negó.

Insistió que fuera con su padre al trabajo, para ayudar a su productividad, el se negó.

Insistió que saliera con sus amigos para pasar el rato, él rotundamente se negó.

Cualquier cosa que su madre le proponía, el se negaba, hasta al final ella le ofreció algo tan sencillo como ir al centro comercial, la pelirroja sabía que no aceptaría, aunque tenía un poco de fe en que su hijo la acompañará.

Louis sabía que su madre había intentado de todo para sacarlo de ahí, se sentía mal, pero hasta al final acepto, con tal de que su madre no se sintiera tan preocupado por el.

condemned to fragilityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora