1.Una tarde de verano

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Un Choi San de apenas doce años de edad se encontraba sentado en una silla en el patio delantero de su casa, con la mirada fija en la calle. Eran la una y media de una calurosa tarde de verano, el sol brillaba intensamente en el cielo, imponiendo un calor insoportable sobre la ciudad. El aire, denso y abrasador, parecía querer hacerse notar en su máxima expresión.

El pequeño San se balanceaba ligeramente en la silla, tratando desesperadamente de hallar una posición cómoda bajo la sombra del árbol cercano. Sus ojos curiosos observaban cómo las olas de calor distorsionaban la visión del vecindario, motivo por el cual ahora se encontraba sin camiseta. Ya cansado de que esta se empapara de tanto sudor, dejó que la brisa acariciara su piel. Con un abanico de mano en movimiento constante, intentaba aliviar el calor sofocante. Aunque se desanimaba al sentir que incluso el aire que generaba era cálido.

—¿Qué haces, Choi?—su vecino de al lado, Jeong Yunho de su misma edad, llegó para interrumpir su vista y su silencioso pensamiento.

—Algo importante — respondió sin mucho entusiasmo.

—Yo no te veo haciendo nada.

—No hacer nada también es hacer algo.—corrigió San, levantando la mirada hacia Yunho con una sonrisa traviesa.

Yunho rodó los ojos, acostumbrado a las respuestas un tanto raras de su mejor amigo.

San entrecerró aún más sus pequeños ojos, observando con extrañeza a su amigo. Yunho estaba vestido con una camisa sin mangas de color blanco que tenía una carita feliz amarilla, shorts de azul claro que le llegaban un poco más arriba de la rodilla y calzaba sandalias, vestimenta normal para un día como aquel. A pesar de la normalidad de la vestimenta, San tenía un extraño presentimiento al ver la sonrisa culpable en el rostro de su amigo.

—¿Qué tienes en tu espalda, Jeong? —preguntó finalmente, intentando ocultar su curiosidad tras un tono de voz casual, observando que su amigo tenía las manos detrás.

—Nada —respondió Yunho, apartando la vista y riendo de manera nerviosa.

—Si no te conociera, te creería —dijo San con una mezcla de diversión y sospecha en su voz.

—¿Por qué crees que estoy mintiendo? —Yunho intentó sonar despreocupado, pero San notó cómo lo recorrían los nervios.

—Me llamaste por mi apellido en lugar de Sannie.

En ese instante, San sintió un chorro de agua que lo empapó de repente. Rápidamente giró la cabeza y vio a su primo, Choi Jongho, el cómplice de Yunho, sosteniendo la manguera y riéndose de la travesura. Mientras intentaba evitar el agua que lo alcanzaba, bajando la guardia por un momento, Yunho sacó una pistola de agua de su espalda y apuntó directamente hacia la cara de San, dejándolo empapado.

—¡Ustedes dos, par de demonios! —exclamó San mientras se levantaba de su silla, intentando apartar el agua que le caía por todas partes.

—Por favor, San, no seas un amargado —recriminó su primo de diez años, entre risas traviesas.

—¡Me las van a pagar! —gritó San, tratando de sonar enojado pero sin poder evitar reírse también.

Entonces, la batalla de agua en pleno verano comenzó. Risas, gritos y el sonido de agua salpicando llenaron el aire, mientras San, Yunho y Jongho se divertían en esa calurosa tarde corriendo por todo el patio, era una distracción perfecta para aliviar el calor y hacer que el aburrimiento se desvaneciera, al menos por un rato.

Mientras el sol brillaba en su máximo esplendor y la temperatura se mantenía sin cambiar ni un grado, la tarde de juegos se vio interrumpida por algo inesperado.

When the stars align /WoosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora