3.Familia

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—Los Jung son personas agradables —la madre de San se encontraba demasiado animada al contar lo que había aprendido sobre la nueva familia en la casa de en frente-. Son muy cultos en diferentes temas, tienen su casa llena de libros e incluso sus niños. Todos ellos están muy bien metidos en el mundo del arte y saben demasiado sobre la cultura, incluso son buenos pintores y saben tocar varios instrumentos.

—Yeosanggie también es muy divertido —agregó el pequeño Jongho con tanta inocencia, ya que su familia también se encontraba disfrutando la cena—. Sabe tocar el piano, cocinar, especialmente galletas. Le gusta el color rojo y también cantar, aunque aún es demasiado tímido.

—Vaya, a pesar de eso, parece que le sacaste mucha información, querido -su propia madre le apretó una mejilla, lo que le hizo sonreír—. No tengo dudas de que los nuevos vecinos serán una buena influencia para los niños. ¿Y a ti, San, ¿qué te parecieron?

La vista de San estaba completamente dirigida al tenedor que estaba entre sus dedos, sin darse cuenta de la sonrisa de oreja a oreja que se plasmaba en su rostro. La escandalosa risa de su nuevo vecino con gran capacidad de conversación por alguna extraña razón le hacía expresar una felicidad que no podía explicar con simples palabras de dónde provenía. Se encontraba completamente perdido entre los recuerdos de esa tarde, el tan solo verlo correr y reírse mientras se divertían, cuando el cabello le caía de frente cuando entre corridas lograba empaparlo con agua, los momentos en los que cada palabra era disparada de la boca de éste último a gran velocidad; su sonrisa se hizo aún más grande y se sumergía más en su propio mundo cuando recordó los accidentales roces de sus manos y el abrazo que...

—¡TIERRA LLAMANDO A CHOI! — Jongho pegó un fuerte grito, sacándolo de su ensimismamiento. El llamado a su apellido le hizo finalmente poner atención.

—¡Ay! No me asusten así que me puede dar un infarto — suspiró, regresando por fin a la realidad que compartía con su familia en la cena.

—Cariño, te veías un tanto ausente. Tu tía llamó varias veces y no contestabas — señaló su madre, con una clara preocupación en su voz. —¿Pasó algo?

Estuvo a punto de poner alguna excusa para tratar de justificar su extraño comportamiento, pero no pudo continuar por las palabras de otro adulto en la mesa, su propio padre:

—¿Arte?¿ cultura?, ¿qué son esas tonterías? — No sonaba molesto, pero San reconocía ese tono que su padre usaba cuando algo no encajaba con sus creencias. — No dudo que los Jung sean agradables, pero esas cosas no van conmigo. ¿Esos niños no saben algún deporte? ¿Algo más masculino? Si sólo se desarrollan en un ambiente así no podrán enfrentar la vida en un futuro.

—Yo no le veo nada de malo — entró su hermano a la conversación, el tío de San y padre de Jongho. — Dicen que los niños que se desarrollan en ambientes así tienden a ser más exitosos.

—Si eso fuera cierto tal vez no serías un... — su impulso casi le hace llegar a ofender a su propio hermano, pero ante la mirada de enojo de su esposa y el ver como este empezaba a encoger los hombros le hizo cambiar al instante. La paz en la mesa fue su prioridad y por ello mejor decidió cambiar el tema.

Choi Jeongcheol no era un mal hombre, sin embargo, al igual que todo humano también tenía un gran defecto que sin duda podría perjudicar a su hijo, San. En su cabeza se encontraban demasiado arraigadas las costumbres consideradas "tradicionales", pues para él existía fervientemente idea de que un hombre siempre debía mostrar fortaleza, siendo otras actividades distracciones que impedían ello. ¿Leer libros? Estaba bien, claro que todo hombre debía ser estudioso y aprender sobre el mundo en el que se vive e incluso más. ¿Baile?, ¿canto?, ¿tocar instrumentos? Esas sí eran unas cuantas de las distracciones que se consideraban dentro de su cabeza, las cuales no ayudaban a desarrollar "la mente de un hombre" a como él creía.

When the stars align /WoosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora