Capítulo 5: El pueblo de los velos

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Sereno frío de una madrugada, donde Drina está recostada en uno de los asientos de un tren. El ligero olor a Barniz del asiento y de la mesa donde Drina tiene sus brazos cruzados y su cabeza recostada en ellos. A un lado de ella está su bolso viajero. El tren iba camino a la parte este de Zélico donde hay valles montañosos muy frescos y se encuentran los cimientos de las primeras colonias de la construcción de Zélico los cuales fueron abandonados por capricho, ahí es a donde se dirigía Drina dispuesta a inspeccionar el lugar. Los sonidos de las campanadas de los grupos de cocina llegan al vagón de Drina mientras ella apenas y abre los ojos para ver con su vista periférica que era ese ruido. Ella sabe que debe ahorrar energías ya que su viaje debería ser rápido debido a que tiene que regresar a ver sus clases de hiperdatos avanzados, pero el olor de los platillos llama mucho su atención. "Disculpe señorita ¿Podría ver la cartilla?" le preguntó Drina a una de las camareras y esta con una amable sonrisa entrega el menú de lo que se preparaba hoy dentro del tren.

El estilo de transporte de Zélico es muy avanzado, sobre todo por sus líneas de tren; estos se impulsan con un generador eléctrico que convierte vibraciones en electricidad, aprovechando las constantes sacudidas ligeras de la locomotora y las vibraciones que causan las campanillas que tiene cerca, de esta forma reduciendo el consumo de materiales y que el transporte esté al alcance de unas cuantas sacudidas.

Drina levanta su dedo ligeramente mientras dice "Quiero este" y luego señala la cartilla. Era la sopa del pez fantasma, esto le llamaba la atención ya que es un platillo poco preparado y su curioso paladar ansiaba disfrutar algo nuevo mientras confirma una de las historias de su padre. "¿Está segura de que esta es su elección?" Dijo la camarera algo extrañada. "Por supuesto, el cazón siempre cae bien a cualquier hora", le respondió. La camarera sonrió y dejó el vagón para buscar la orden, mientras que Drina, por su lado, volvió a su posición de descanso, pero inconcebible el volver a dormitarse para no perder ni el apetito y para evitar una situación incómoda con la camarera al intentar despertarle. "¿¡Acaso no cargas el símbolo leal?! Que osadía presentas... ¿Y si la voz de su gran intendencia se entera?" se escucha particularmente entre los pasajeros de tren. Eran dos mujeres que usaban un velo y unas ropas de abrigo, Drina al verlas se interesó en la conversación y en su vestimenta "Quizá sean de algún lado frío de las montañas" pensó, pero cada vez el murmureo de estas mujeres era tan notable que con el más mínimo esfuerzo lograbas escuchar lo que hablaban ya que era obvio que no lograban ser discretas. "Por todos los cielos, nada va a pasar, además, sabes que tenemos el tuyo, así que la voz de su gran intendencia no nos va a hacer nada" dijo una de estas mujeres ante el regaño que le estaba dando su compañera.

Drina estaba tan atenta que no pudo evitar sobresaltarse cuando la camarera pone el plato con sopa en sus narices, provocando que estas mujeres se callen y la miren fijamente. "¿Está bien señorita?" le preguntó la camarera a Drina debido a la repentina expresión. "Eh... sí, sí... solo estaba distraída" dijo mostrándose erguida en su asiento y preparándose para comer. "Tenga buen provecho, señorita" Dijo la camarera mientras asintió con la cabeza, mas no se retiró.

El tren seguía su curso mientras que al vagón entra un joven de cabello negro rizado recién cortado, con ropas de abrigo color gris y una bufanda que solo hacían ver sus ojos. Era de piel morena y de ojos muy expresivos. "Santo Dios, alguien decidió indigestarse hoy, ese olor a cartón con especias solo significa una cosa... Que alguien tiene el paladar muerto, si, tiene que ser" dijo mientras caminaba lentamente este joven por el vagón. Drina frunció el ceño extrañada y probó la sopa llevándose una cucharada a la boca. La camarera miraba nerviosa la cara de Drina, tal parece que le preocupaba el sabor de la sopa o dudaba de las capacidades culinarias del chef "¿Qué le parece, señorita?" preguntó con una sonrisa incómoda. Drina por su lado puso la cuchara a un lado y suspiró, este gesto dio a entender a la camarera que no le gustó el platillo, pero antes que ella pudiera disculparse, Drina tomó el plato con sus dos manos y bebió directamente de ahí. "¡Señorita, espere un momento, no se vaya atragantar con la cola!" exclamó la camarera mientras intentó detenerla y, para su fortuna, esta se detuvo a tomar aire después de engullir más de medio plato. "¿Dijo algo?" Preguntó Drina después de un gran suspiro. "La sopa del pez fantasma se deja con la mitad de la cola porque es muy dura, pero dicen que el que se coma la sopa sin decir nada malo puede guardar esa cola como amuleto que te guía por el buen camino, por eso le digo que tenga cuidado con atragantarse" dijo la camarera, para luego añadir "Pero como vero que todo está en orden la dejaré con su platillo. Tenga un buen provecho" y con eso se fue del vagón. "¿Buena suerte? Es solo una cola de un pescado" Dijo Drina con una cara desconcertada. "Tiene que ver con la historia del Dios Piscaros, el Dios pez que nada en el gran mar del inframundo" dijo el joven de cabello negro que aun paseaba en el tren mientras se acercaba a Drina "¿Dijiste, Dios?" preguntó Drina mientras se terminó su platillo. "Así que fuiste tú quien pidió el platillo. Dime ¿Estás enferma o algo?" Preguntó el joven que aún estaba de pie. "¿Por qué estaría enferma?" Preguntó Drina. "Esa sopa sabe horrible ¿Acaso su sabor no te da ganas de escupirlo? Vamos, todo mundo opina que sabe a cartón hervido" Dijo el joven viendo la cola del pescado con asco. "Pues a mí no me sabe a cartón, de hecho, estuvo muy bueno" Respondió Drina señalando el plato. "Habías dicho algo sobre un Dios, me gustaría que me contases" añadió. "Está bien, el viaje es muy largo, pero a todas estas ¿Me puedo sentar? Respondió el joven apuntando el puesto frente a Drina con su mano extendida.

El último poder OcultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora