Capítulo 04: Consecuencias

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-Si me deja defender a todos, señor director... Creo que nosotros podríamos demandar la institución por bajas en la seguridad ¿no se supone que aquí es una academia militar y además uno de los mayores fuertes militares del país? – Dijo Apolo con voz de negociante - ¿Qué le parece si usted no nos expulsa y nosotros no decimos nada? –Continuó.

Luego de haber ganado y haber ido en contra de los lineamientos, Sádel, el odioso joven que parece cambiar por completo ante el peligro, Liz, la recién ingresada que aún tiembla del miedo por lo que ha pasado, Drina, la joven de comportamientos particulares, pero con gran talento y Apolo, el más experimentado ser en materia de ahuyentar mujeres, se encuentran afrontando las consecuencias de sus actos.

-Es bueno en esto – Susurró Drina en la oreja de Liz

El director, cayendo en la palabrería de Apolo, sólo se calló y con una mirada de odio se apartó de los cuatro jóvenes, al tener cierta distancia Apolo se voltea "El muy imbécil ni siquiera sabe que las denuncias las imponen los padres". Dijo con voz algo burlona. "Como sea". Respondió Sádel y con media vuelta se fue. "¿A dónde vas? ¿Qué no somos un equipo?". Preguntó Liz muy extrañada. "Piérdanse, ya terminó lo que nos unía". Dijo despidiéndose con la mano, caminando de espaldas. Todos callaron, Sádel pudo desechar a las personas con las que casi muere como si de basura se tratase. "No entiendo por qué nos quieren expulsar, logramos detener una amenaza antes que destruyera la institución". Dijo Liz regresando en sí. Esta aún no había captado el punto que, sin lugar a dudas, ellos terminaron haciendo el cometido que se traía Lukka entre manos. "Y en el proceso la destruimos nosotros". Replicó Drina señalando lo que quedó del lugar, pero con el director sin presentar cargos, Liz, Drina y Apolo se fueron cada uno a sus propias casas.

Las actividades de la institución anunciaron una pausa sin aparente fecha de reinicio para mejorar la seguridad, y por obvias razones, restaurar el lugar a su anterior gloria. Varios cimientos sobrevivieron, además que la arquitectura del lugar logro evitar que lugares colindantes salieran dañados, pero todo lo demás quedo completamente destruido, todo eso salvo una trampilla que el director, de apellido Santos, empezó a limpiar con sus manos ahora que nadie estaba viendo, esta era metálica, pintada de verde para que pasara desapercibida, se abría desde la superficie para abajo y con sólo poner su mano, el director Santos activó la entrada y sólo se veían unas escaleras de mano, las cuales empezó a bajar lo más rápido que su cuerpo lo permitía. Un zumbido se hacía cada vez más fuerte a medida que este iba bajando las escaleras y cuando por fin logro llegar al final, entró a un cuarto que tenía tallados diferentes símbolos, y cada uno hacía señalar algo grande, de apariencia muy pesada que lo recubrían las negras sobras de lo subterráneo. El zumbido no se apagaba, pero esto no parecía incomodar a Santos, el cual sólo se sentó y empezó a degustar la vista de aquello que arropaban las sombras.

El chisme de los medios empezó, todo mundo estaba empezando a dudar de la seguridad de Zélico, las personas de poco en poco estaban empezando a exagerar, inventando nuevos personajes en la historia, a raíz que no saben quiénes fueron los que completaron el cometido. Unos hablan que fue un ataque terrorista a manos del país de Quantelos, mientras que otros aseguran que eran cosas de una venida de seres de otro mundo.

Al llegar a casa Sádel cierra la puerta con llave mientras se revisa el cuerpo y se da cuenta que por lo menos las heridas han dejado el sangrado, así que él puede seguir adelante. En la entrada de su casa, las ventanas al lado de la puerta estaban abiertas, la sala era larga y las luces estaban apagadas, Sádel frunce el ceño ya que tiene que recorrer toda la sala para llegar hasta el encendedor, así que este atraviesa el pasillo y enciende las luces. "Buenos días Sádel, llegaste temprano" Escucha fuertemente desde detrás de él. Cuando este contempla, era su madre sentada en el mueble que permitía ver directamente hacia él, tenía las manos cruzadas y una mirada fría. "Ah, hola". Dijo y se le quedó viendo a los ojos, como si no tuviese miedo a la muerte.

El último poder OcultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora