Capítulo 7: A su voz de Su Gran Intendencia

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El grupo avanzaba con cautela por la colina, cada uno de ellos portando armas en sus manos. La luna llena iluminaba el paisaje pradal que los rodeaba, permitiéndoles ver con claridad los detalles del terreno. La hierba alta ondeaba suavemente con la brisa nocturna, creando un suave susurro que se mezclaba con el sonido de sus pasos.

A medida que ascendían, podían sentir la tensión en el aire. Sabían que se estaban acercando a La voz y que el enfrentamiento sería inevitable. Sin embargo, no mostraban signos de miedo o duda. Estaban decididos a proteger lo que más les importaba y a luchar por lo que creían.

El reloj marcaba las dos de la madrugada cuando finalmente llegaron a la cima de la colina. Se detuvieron un momento para recuperar el aliento y observaron el paisaje que los rodeaba. A lo lejos, podían ver las luces de la ciudad parpadeando en la oscuridad, recordándoles las vidas que estaban siendo esclavizadas por su enemigo.

El viento soplaba suavemente, trayendo consigo el aroma de las flores silvestres y el sonido distante de los grillos. El cielo estaba despejado y estrellado, iluminado por la luna llena que brillaba sobre ellos. Era un momento de calma antes de la tormenta, un momento para reflexionar sobre lo que estaba por venir.

"Es bonito observar la belleza que se tiene que proteger...", pensó Sanadora en voz alta. Era un recordatorio de por qué estaban allí y de lo que estaban dispuestos a sacrificar por ello. Con renovada determinación, se prepararon para enfrentar a La voz de su gran intendencia y proteger todo lo que amaban.

El pueblo se estaba reuniendo otra vez en la plaza, donde estaba siendo alumbrada por grandes braserillos los cuales mostraban una intensa y calurosa luz, todos colocándose en posición de oración apenas estaban cerca de la tarima, donde estaba La voz de su gran intendencia sentado en una gestatoria y con dos incensarios a los lados los cuales eran mantenidos con cadenas mientras que el olor del almizcle impregna la zona con su fuerte y persistente olor, en lo que La voz de su gran intendencia quita la capucha de su sotana para dejar ver su rostro y para sorpresa de la multitud, ahora de veía más joven y menos demacrado, donde este permanecía sentado con una sonrisa burlona de oreja a oreja.

El pueblo parecía tranquilo, sin signos de defensa ni resistencia. Solo se veía una gran tarima en el centro, donde claramente se encontraba La voz de su gran intendencia.

- ¿Ese es el desgraciado este? -preguntó Drina, ajustando sus lentes. Era la única que no tenía ningún poder especial, solo una espada y una voluntad de acero. Había nacido en la Ciudad central de Zélico, a varias horas de ese pueblo, y había sido reclutada por la resistencia contra la tirana mano de La voz de su gran intendencia que quería dominar el país. Su misión era eliminarlo, y luego hacerle entender a las personas que solo han sido utilizados por La voz.

- Sí, ese es -confirmó Sanadora, una mujer que se decidió por el cabello rubio y ojos verdes. Su poder alteraba completamente sus genes, que podía usar para curar heridas o crear vacunas. Llevaba una espada y una bolsa con la última píldora vacuna de su propia sangre. Era la médica del grupo y la más compasiva.

- No parece gran cosa -dijo Chispa, uno de los hombres que andaba con ella, de cabello negro y ojos pardos. Su poder era crear pequeñas llamas de fuego con sus manos, que usaba para quemar o iluminar. Llevaba una espada y un mechero. Era el más impulsivo del grupo.

- No te confíes -advirtió Inmediato, el último del grupo, de cabello castaño y ojos marrones. Su poder era teletransportar lo que sea a donde sea, pero solo una vez al día. Llevaba un arco y una flecha. Era el más estratega y el más serio.

- ¿Cuál es el plan? -preguntó Drina.

- El plan es simple -dijo Inmediato-. Nos acercamos al pueblo sin llamar la atención, nos infiltramos entre la multitud que rodea la tarima, y cuando estemos lo suficientemente cerca, atacamos por sorpresa. Yo me encargo de dispararle una flecha en el corazón, tú y Chispa lo rematáis con las espadas, y Sanadora nos cubre las espaldas. Luego, nos escapamos por donde hemos venido.

El último poder OcultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora