Desde el momento en que YeonHee se mudó a Busan, experimentó la presencia de un ser desconocido en sus sueños. Aquella persona que comenzó a aparecer desde el primer día, se ganó su cariño y confianza, y también robó parte de su corazón.
En medio d...
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Nueva semana, y cambios...
Habían pasado dos semanas desde que YeonHee se mudó a Busan, y cada acontecimiento reciente le había dejado claro que su nueva vida apenas estaba comenzando. Era lunes, y eso significaba que tenía clase de literatura, una de sus favoritas. Con una sonrisa, guardó su libro preferido en la mochila y salió de su departamento, donde encontró a Jihoon esperándola, tal como habían acordado días atrás.
Se saludaron con una sonrisa cómplice y caminaron juntos hacia la universidad. A pesar de todo lo que había pasado, YeonHee aún no entendía cómo había terminado siendo amiga de quien consideraba su mayor enemigo solo unas semanas atrás. Antes, solo quería vengarse de él, pero ahora se dirigían al campus como si siempre hubieran sido amigos. La personalidad despreocupada y juguetona de Jihoon había jugado un papel clave en esta transformación, disolviendo cualquier rastro de rivalidad. Sin embargo, aún había algo que seguía inquietándola.
"Choi Soobin."
Una lluvia temprana los atrapó a mitad de camino, haciendo que corrieran para llegar al campus. Ambos entraron casi a la carrera, cubriéndose como podían. Una vez dentro, se detuvieron para limpiar sus zapatos, ya que no querían ensuciar los impecables pasillos de la universidad. YeonHee, incómoda con su falda, se esforzaba en encontrar una manera de agacharse sin mostrarse demasiado. Cuando iba a pedir ayuda a Jihoon, él, ajeno a su dilema, siguió adelante apresurándola para que no se quedara atrás.
Fastidiada, YeonHee sacó un pañuelo y se inclinó con torpeza para limpiar sus botas, probando diferentes posiciones hasta que encontró una que le permitía agacharse sin problema. Justo cuando comenzaba a limpiar, sintió unos brazos detenerla suavemente. Sorprendida, volvió a ponerse de pie y vio que esa persona se encargaba de limpiar sus zapatos por ella. La vergüenza la invadió; no estaba acostumbrada a que alguien hiciera ese tipo de gestos en estos tiempos.
—Listo, quedaron perfectos —dijo Soobin, levantándose después de terminar.
—No es molestia —replicó Soobin con una sonrisa, provocando que el rostro de YeonHee se sonrojara—. Ahora ya puedes ir tranquila a clase.
—Gracias —murmuró, bajando la mirada mientras él recogía su mochila.
Soobin la acompañó hasta la puerta de su salón, pero cuando ella le preguntó por qué no entraba también, él respondió con una ligera evasión.
—Me cambiaron de salón para algunas clases —comentó, sin darle muchos detalles.
YeonHee lo miró sorprendida, sintiendo una punzada de tristeza al saber que ya no lo vería tan seguido. Solo una semana antes, lo veía constantemente, y ahora esa rutina estaba a punto de cambiar.
—No te preocupes, todavía nos veremos en la clase de Literatura, fue el único curso que no me cambiaron —añadió Soobin, notando su reacción. Le dedicó una sonrisa que, aunque cálida, no logró disipar la melancolía en los ojos de YeonHee.
