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Una notable diferencia

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Una notable diferencia...

Luego de aquel día lleno de emociones, Soobin regresó a casa, cerrando la puerta con su habitual suavidad. Al entrar, notó a Na, la nana, limpiando algunos retratos en la gran sala de recepción. Se acercó a ella con una sonrisa.

—¿Cómo puedo ayudarte, Na? —preguntó mientras se quitaba el abrigo y lo colgaba.

—Oh, Soobin, querido, podrías ayudarme con esas fotografías en las repisas más altas. —Señaló hacia arriba, y él no tardó en obedecer, alcanzando las imágenes con facilidad—. Gracias, hijo. Siempre tan atento.

—Encantado, Na. —respondió con su tono amable, pero esta vez, había algo diferente en su voz.

Na lo notó de inmediato. Había una calma inusual, como si su mente estuviera distraída en algún otro lugar.

—¿Ha pasado algo en la universidad? —preguntó, mirándolo con curiosidad—. No pareces ser el mismo hoy.

Soobin soltó un suspiro, y una sonrisa boba apareció en su rostro, revelando un secreto que no había compartido con nadie aún. La nana dejó lo que estaba haciendo y se sentó en el sofá cercano, dispuesta a escuchar con toda su atención.

—Esa sonrisa... esos ojitos, Soobin. No me engañas. ¿Quién ha robado el corazón de mi niño? —La voz de Na era suave y cálida, llena de ternura.

Las mejillas de Soobin se tiñeron de rojo. No estaba seguro de si debía confesarlo, pero sabía que con Na no había lugar para el engaño. Se inclinó hacia ella, casi como si fuera a revelar un gran secreto, y susurró:

—Lee YeonHee.

El simple acto de pronunciar su nombre le produjo una mezcla de nervios y alegría. Na, siempre intuitiva, pudo sentir lo profundo de aquel afecto, y tomó las manos de Soobin con delicadeza. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero eran de felicidad, no de tristeza.

—Mi pequeño... ya ha crecido —dijo con una sonrisa emocionada.

—Nana, por favor, no llores. —Soobin limpió con cuidado las lágrimas que rodaban por el rostro de la mujer.

—Es que... eras tan pequeño, y ahora mírate, todo un joven que empieza su propia historia de amor. —Las palabras de Na resonaron en el corazón de Soobin. Había un matiz de nostalgia en ellas, pero también una profunda satisfacción.

Soobin sonrió, pero su mente no podía evitar divagar. Nunca había tenido una relación en la preparatoria, y la idea de comenzar algo tan importante como el amor lo emocionaba y asustaba a la vez. Sus padres siempre habían impuesto su visión sobre su futuro, y él temía que su familia, tan centrada en su imagen y en sus planes, no entendiera lo que estaba sintiendo.

—Nana, necesito un consejo. —empezó a decir, pero en ese momento, la conversación se interrumpió por la llegada de su madre.

La señora Choi bajaba las escaleras con su característico andar firme y distante. Al verla, Na se levantó apresuradamente, volviendo a sus labores de limpieza, mientras Soobin se enderezaba para saludar a su madre.

𝐓𝐡𝐞 𝐔𝐧𝐫𝐞𝐚𝐥 𝐁𝐨𝐲 ;; 𝐂𝐡𝐨𝐢 𝐒𝐨𝐨𝐛𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora