#3 Cosas Que A Merlina Le Gustaría Olvidar (O No)

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Resumen

Una fiesta con alcohol sale mal y resulta en una situación que Merlina quisiera olvidar, o al menos fingir que  nunca sucedió.

Advertencia: contenido +18.

Merlina nunca sabrá en lo que estaba pensando cuando aceptó ir a esa fiesta con Enid, debido a una invitación de Bianca y Divina. Era claro que beberían alcohol y que al final la imprudencia ganaría, por lo que Tyler terminó conduciendo, también un poco ebrio, de regreso a la escuela. Un par de kilómetros antes de llegar, Tyler detuvo el auto debajo de un árbol frondoso, al borde de la carretera.

—Veo demasiado borroso, no puedo conducir más —dijo. Apoyó la cabeza contra el volante y cerró los ojos.

A Merlina, que estaba medio inconsciente en el asiento del pasajero, no podría importarle menos.

Ambos habían sido demasiado estúpidos como para siquiera pensar en regresar en auto con aquellas condiciones, pero eso lo descubrían más adelante, cuando la razón volviera a sus cerebros. Sin embargo, justo en ese momento Tyler decidió que si iban a quedarse ahí dentro hasta que se sintieran lo suficientemente bien como para conducir, lo mejor sería ponerse más cómodos en el asiento de atrás. Unas maniobras torpes y bruscas más tarde, estaban medio desparramados en el asiento trasero del viejo auto de Tyler.

—Recuérdame que debo asesinar a Bianca después de esto —dijo Merlina con palabras arrastradas. Y tenía un punto en lo que decía, pues aunque ella y Tyler habían aceptado asistir a esa fiesta clandestina con montones de alcohol y menores de edad, fue Bianca quien les dió las bebidas y los instó a emborracharse con sus estúpidos juegos adolescentes.

—Lo haré —prometió él, temblando un poco por el frío que circulaba dentro del auto.

Tyler entonces vio que Merlina estaba sin chaqueta, por lo que se estiró para recuperarla del asiento delantero, pero su estado de embriaguez le hizo tambalearse y colapsar contra su novia. Por un momento, sólo se miraron a los ojos. Y como dicen los borrachos usualmente; una cosa lleva a otra.

Y claramente fue por el alcohol, no porque Merlina de verdad quisiera, literalmente, arrojarse sobre Tyler para besarlo.

Hasta ese momento, ella nunca había sido la que iniciaba los momentos en los que decidían tener relaciones sexuales, así que para Tyler fue un shock el encontrarse aplastado contra el asiento, con Merlina a horcajadas sobre su regazo. Pero, segundos después, él también la estaba besando, tratando de competir con el ritmo casi ansioso de Merlina. Porque, ¿quién era él para rechazar tremenda oportunidad de oro? (También estaba borracho).

—No pensé que tuvieras un libido tan elevado ahí escondido —se burló él tras separarse un momento.

Ella lo miraba con ojos lujuriosos y oscuros, casi brillantes. Era evidente que estaba muy ebria, pero aquí ninguno de los dos iba a ser el que se detuviera.

—Cállate —Merlina volvió a arrojarse a sus labios, al mismo tiempo que él le levantaba la falda por los muslos y ella le desataba el cinturón.

Tyler besó su cuello y mordió el lóbulo de su oreja, ocasionando un leve gemido de parte de Merlina, que se aferraba al desordenado cabello de su novio. Ella elevó las rodillas, encontrando por primera vez una ventaja de ser de baja estatura, pues podía moverse en el asiento trasero con relativa facilidad. Tyler inmediatamente comenzó la ardua tarea de quitar su ropa interior del camino, pero en última instancia su desespero lo obligó a tener que rasgar dicha prenda de ropa.

La tocó ahí abajo, comprobando que ella estaba húmeda y preparada. Y no se detuvo hasta que Merlina estuvo jadeando con pesadez, culminando en un primer orgasmo provocado sólo por los dedos de Tyler. Cuando recuperó la respiración, Merlina se apresuró a abrir la bragueta de su novio y sacar su miembro preparado. Sonriendo con malicia, ella se desplazó hacia abajo, con la intención de hacer la única cosa que nunca había hecho con Tyler.

—¿Qué…? —Tyler se quedó a la mitad de la oración porque Merlina tenía su boca sobre su miembro. No sabía porqué lo había hecho, pero se sentía tan bien.

Con obvia inexperiencia, Merlina le hizo su primera mamada a Tyler (estaba orgullosa de saber que había sido la primera), pero no lo dejó alcanzar el orgasmo, pues cuando lo vio al límite, volvió a subir a su regazo para besarlo, enlazando su lengua con la de él. Se separaron un segundo, respirando con dificultad. Entonces ella bajó sobre  él, y sin ninguna reverencia o suavidad, comenzó a moverse. Él también levantaba sus caderas para profundizar las embestidas. Merlina apoyó una mano contra la ventana cuando sintió el placer crecer en su vientre bajo, dejando escapar vergonzosos gemidos agudos. Cerró los ojos al llegar al orgasmo, Tyler la siguió poco después.

—¿Qué fue eso? —le preguntó él cuando sus jadeos cesaron, pero ella ya se había desmayado sobre su cuerpo.

Tyler echó la cabeza atrás y suspiró. Ella no estaría contenta por la mañana, pero sí, debería embriagarse más a menudo.

***

Durante la hora del almuerzo al día siguiente, la mayoría de las mesas en el patio estaban ocupadas. Merlina se encontraba sentada frente a su comida, oculta con un cubreplatos de acero. Bajo sus ojos había sombras más oscuras que de costumbre, pero no parecía demasiado afectada por la resaca como el resto de sus amigos, que se dirigían a la mesa llevando cada uno su comida.

Bianca se sentó junto a los gemelos, justo frente a Merlina, quien tenía sus oscuros ojos clavados en ella.

Bianca sonrió con diversión.

—Oí que tú y Tyler se la pasaron muy bien anoche. ¿Cuánto bebiste? Te ves terrible.

Nos vemos —corrigió Tyler, que llevaba puestas unas gafas oscuras para proteger sus ojos de los terribles rayos del sol (estaba nublado).

—Y yo no tengo más que palabras de agradecimiento para ti, Bianca. Fue una velada confortante —habló Merlina. Su tono, aunque amable, escondía algo retorcido. Los pozos negros de sus ojos brillaron con malicia —. Si me disculpan, voy a comenzar a comer mi almuerzo.

Con una sutil y elegante floritura, ella descubrió su plato. Bianca y los gemelos se pusieron blancos como fantasmas: un exquisito pescado asado a las brazas reposaba en el plato negro, sobre una cama de lechuga.

Sin ninguna expresión en su rostro, Merlina tomó de la mesa los afilados cubiertos y comenzó a cortar su comida con movimientos bruscos. Luego se llevó un pedazo a la boca.

—Delicioso —declaró, después de tragar y relamerse los labios.

La venganza es un plato que se sirve muerto, y ligeramente condimentado, pensó Merlina. Y por supuesto, ella no recordaba lo que sucedió en ese auto.

++++

Gracias por la larga, larguísima, espera.

Ojalá les haya gustado

Hasta la próxima.

Tyler x Merlina - One-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora