Capítulo 02

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No soy tan tonta, obviamente sabía que a eso refería cuando dijo que necesitaba vivirlo para poder plasmarlo.

—Estoy dispuesta, respondí con una seguridad falsa.

Su expresión era inexplicable, estaba sorprendido, pero emocionado a la vez.

—Eres realmente una sorpresa —mencionó lamiendo su labio inferior.

—¿Creíste que diría que no?

—Umm, creí que saldrías corriendo apenas lo dijera.

—No soy tan cobarde —respondí con indignación.

—¿Eres consciente de que la primera vez no es una fantasía? —preguntó. Pero esta vez tenía una expresión de seriedad.

—Lo sé perfectamente, pero si esto me ayuda a escribir, es un riesgo que estoy dispuesta a correr.

—¿Es tan importante para ti escribir?

—Más de lo que imaginas.

Se que la razón principal era poder mejorar mi escritura, ya que es algo realmente importante para mí, pero no es del todo por eso, la curiosidad que siento por este hombre me carcome cada vez más, quiero que esto suceda principalmente por mis deseos, por mi...sed de placer.

Nunca antes he experimentado del todo esa sensación, así que quiero que suceda, realmente quiero que suceda. 

Se sentó junto a mí, y empezó a acariciar mi rostro

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Se sentó junto a mí, y empezó a acariciar mi rostro. El simple roce de sus dedos a mi piel era como una nueva experiencia para mi.

—Eres más preciosa de cerca—me lo dijo de una manera tan simple, pero fantástica.

Es que no puedo explicarlo, tan solo una frase que el ha menciodado logra cambiar mi prespectva del mundo.

—¿Quieres empezar?—preguntó.

—Sí—respondí aún con timidez.

Con la yema de sus dedos empezó a recorrer mi cuerpo de arriba abajo, cada vez que me tocaba sentía esa corriente, esa que me producía un millón de sensaciones inexplicables; sus labios tocaban los míos, pero no me besaba.

Ese roce de nuestros labios me aceleraba el corazón y me hacía respirar de manera acelerada.

Se levantó de pronto y me cargó para llevarme a la cama, me acostó lentamente y entonces me besó, sus labios se compactaron a la perfección con los míos; desató mi falda en un instante, dejándome en ropa interior.

—¿Te has tocado antes? —susurró en mi oído.

—Sí, lo he hecho —alcancé a responder.

—Entonces muéstrame —dijo plasmando un gran beso.

—No creo que pueda hacerlo —mencioné levantando la mirada.

Él se quedó mirándome y dijo:

—Eres preciosa, demasiado, demasiado... quiero ser delicado, pero me provocas cómo nadie.

El poder de tus besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora