Capítulo 18

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Su cuerpo se empezó a sumergir en el agua también, remarcaba mi silueta una y otra vez con la yema de sus dedos, tocaba mi abdomen junto a mi ombligo, suave, muy suave.

Cuando sus manos empezaron a tocar mis piernas; empecé a sentir esa sensación que solo él me hacía experimentar.

—¿Qué es esto? —preguntó.

—¿De qué hablas? —pregunté desconcertada.

—Esta sensación —su mandíbula se tensó al intentar controlarse; tocó mi mejilla de una forma hermosa —quiero cuidarte, protegerte, incluso cuando mi deseo quiere que te agarre fuerte y me sumerja en ti.

Yo quiero besarte de una manera tranquila, quiero recorrer cada centímetro de tu cuerpo con mis labios —hizo una pausa y respiró —tu olor corporal me vuelve loco.

—¿Estás bien? —le pregunté.

—Mejor que nunca —contestó acompañado de un beso.

Empecé a retirar mi ropa poco a poco, él también hizo lo mismo; mientras me miraba fijamente yo me acomodé encima suyo, rodeo mi cintura e hizo que entrara todo dentro de mí. Empecé a hacer movimientos lentos, tan lentos que sentía un placer sensacional, flexioné mi cadera hacia abajo y volví a moverme hacia arriba, yo lo disfrutaba, pero, ¿él lo hacía?. Se plantó esa duda en mi cabeza, pero solo fue hasta que miré su rostro.

Tenía los ojos cerrados y mordía su labio inferior, nunca lo había visto así, era algo completamente nuevo.

Tomé sus manos y las situé en mi trasero desnudo, mis gemidos eran suaves, así que me fui a su oído e hice que los escuchara.

Mas tarde abrió sus ojos, nos miramos y sonreímos. Luego me giré quedando de espaldas, proseguí con movimientos verticales, agarró mi cabello y lo sostuvo hasta que paré.

—¿Es mi turno? —preguntó cuando me separé de él. —Lo miré con aprobación. —Sonrió de manera pervertida.

Me recostó en el borde de la bañera dejando que mi cabello cayera afuera, empezó a tocarme, sus manos que ya estaban frías por el tiempo en el agua me recorrían de arriba abajo, sus labios rojos que aún se mantenían tibios besaban mi cuello bajando poco a poco a mi pecho.

El sentir de su lengua pasar por mis pezones me excitaba demasiado, y él lo sabía. 

Sus dedos se acercaban poco a poco, con mucha suavidad se empezaron a introducir; mientras, el no paraba de besar mis labios con calma.
A pesar de que escuchaba su corazón latir sin parar, su respiración seguía agitada y las venas de su cuello marcadas, él mantenía la calma, controlaba su deseo.

—¿Realmente quieres hacerlo así? —le pregunté un poco furiosa.
—¿A qué te refieres? —me miró confundido.
—Quiero que me lo hagas como siempre, solo disfrutemos.
—Lo disfruto, muchísimo —me abrazó por completo.

Enlacé mis piernas con las suyas, mis manos tomaron su espalda, mis uñas la recorrían con fuerza. Me acerqué todo lo que podía hasta que ya no había espacio entre su cuerpo y el mío. —No te controles, por favor —dije —solo... házmelo tan bien como siempre, disfrutemos esto.

Me miró fijamente, esa mirada dominante ahora estaba ahí, sus ojos cafés que parecian ser oscuros con la tenue oscuridad que invadia ese lado de la habitación.

—Abre un poco más las piernas cariño, haré que entre lentamente —dijo —sonrió —y entonces me apretó la cadera haciendo que mis muslos perdieran la fuerza, y así abrir mis piernas por completo.

Envolvió mi cabello en su mano, lo sujetó con fuerza; se acercó a mi boca y mordió mi labio inferior, mientras, lo introdujo todo dentro de mi, sus movimientos eran rápidos y agitados al igual que su respiración

El poder de tus besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora