𝐇𝐈𝐆𝐇 𝐒𝐄𝐀𝐒 • Roronoa Zoro. [REESCRIBIENDO]

iv. capitana plateada.

CAPÍTULO CUATRO. capitana plateada

Clary nunca tuvo una buena relación con su madre o al menos eso era lo que recuerda.

Nunca se ponía a recordar su niñez, eran recuerdos que había bloqueado se su memoria. Aún recuerda la vez que inundó su cabeza en el oceano cuando le dijo que quería ser una pirata, le repitió millones de veces que era una señorita y que tenía que conseguirse a un hombre con dinero, el cual formara una familia. Al igual que ella lo había hecho.

Ella no quería ser la sombra de alguien y mucho menos de un hombre.

Quería despertar cada día y sentirse tan plena; llena de paz por hacer algo que disfrutara TODA su vida. Soñaba con navegar la Gran Ruta y ser libre, tener una tripulación a la cual llamar familia... y sí, la tuvo.

Hasta que todos fueron asesinados frente a sus ojos, sin que ella pudiera hacer algo, mataron a su familia y destruyeron su hogar frente a ella. Después de eso se encontró perdida.

¿Todo había sido culpa suya? Quizás si hubiera sido más cuidadosa... Después de todo, ella era la capitana. Tenía que protegerlos a todos, pero no lo hizo, aún recuerda la sangre salpicando la madera del barco y los gritos desgarradores de su tripulación.

La manera que gritaban antes de que sus cabezas fueran mutiladas seguiría estando en su memoria. Para siempre. Incluso en sus sueños.

Un capitán es un líder.

Es alguien sabio al cual seguir, en el cual confiarías tu cuerpo y alma para todo. Su familia había confiado en ella. En cambio, ella solo los decepcionó.

Las pesadillas la atormentaban cada vez que cerraba los ojos y esa vez no fue la excepción. Zoro vio cómo su rostro se contraía en uno triste mientras dormía, dejando un pequeño sollozo entre palabras que susurraba.

—L-lo siento...—Repetía una y otra vez.

Mentiría si dijera que no se le estrujó el corazón al verla tan vulnerable. Ambos temblaban por el frío que hacía y al estar empapados todavía por haber caído, viendo como la noche los abrazaba en medio del mar. El cazador apenas podía sentir la punta de sus dedos y mantener sus ojos abiertos cuando vio la sombra de una isla a lo lejos.