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Su tronco presionado contra el mío, en cada nota que puede vibrar su respiración a la par de la mía es como nuestra temperatura corporal aumenta.
Es por eso que en la palma de su mano preinscrita la calma necesaria para relajarme y con la dureza de un extraño deseo que se extiende a partir de sus ojos, me convence de retirarme de él.
Se hizo incómodo y el nuevo silencio exorbita que ya se fue esa persona pero también agrava aquél sentimiento mencionado.
Ahora verlo a la cara es un desafío, así trémulo la vista encima del camino que habíamos recorrido. - Lo lamento por arrastrarte hasta aquí, Nicolás. - Sin embargo, está serio igual que hace rato, cuando me llamó por mi apellido como la primera vez.
Debido a su grávido suspiro pasa lo que no quería. Su mirada se topó con la mía, chocando, y caen mis ojos a una de sus cejas que se contornea vivamente por una desvanecida cicatriz. Ese trabajo que tiene no es cualquier cosa; sus ásperos dedos son otro elemento de tal afirmación.
- ¿No hablas mucho cierto?
Sujeto al silencio, desprende su agobiante abrigo, 《 tiene muchos parecidos 》pienso así como él formula su mente para evitar la anterior pregunta.
Amplia sus cejas con el fin de acabar la espera, despegando esos labios agraciados, me dice: - Debería plantearse que necesitará un nuevo lugar. Esquivel. - Escatima el tiempo con esa corta e inusual advertencia, y más echando un escalado vistazo al ostentoso reloj suyo.
Deseo engullir el nudo recién hecho en mi garganta pero me quedó solo una pregunta que entronca sus pesadas palabras. - ¿Eso qué tiene de relevancia?
Y los pajarillos me enseñan su famoso idioma universal, esa tonada que nos quiere a todos felices. Vulnerable a sus arrullos, él comenzó a caminar abandonando el triste arco sombreado.
Coloca su abrigo en uno de sus hombros, sosteniendo su fuerte cuerpo ante la fuente de luz que va directo contra él; alborea su apariencia para mí y desvanece la frescura de su propia colonia.
Se está alejando.
Rescato entre mi lento parpadeo la idea de estar moribunda en la oscuridad si lo que me insinúa es tan siquiera real.
- Para con esa melodramática actitud, Nicolás. - Ahí es cuando me entrometo en el beso solar que le roba la forma y da aliento a cada planta verde de por allí.
Para verlo a los cuatro vientos, esclarecido en una terminante seriedad. Sin que el habla mía se haga presente él continúa mediante una mirada descargada a mi rostro.
- Tu amigo está oficialmente desaparecido y su familia está culpándote. - Con la dificultad meneando su capacidad de expresarse, así logro el entender la razón.
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Comida para El Animal
ParanormalCosas que no deberían pasar en la gran ciudad, suceden a la sombra de esta, pasandose entre las estrellas que llenan los ojos de las personas, obsesionadas por lo increíble. No dejan cabida para que la morbosidad salga a flote y sea juzgada. Enyo Es...