Los días pasaron rápido y la salud de Bandit se deterioraba cada vez más. Chilli no sabía que hacer y las niñas estaban muy confundidas por lo que estaba pasando.
Hasta que un día, Chilli tomó a Bandit y lo llevó al hospital para que le hicieran los estudios correspondientes y salir de dudas.
Los recibió el Doctor Phineas Waldolf Steel, el médico procedió a hacer las preguntas correspondientes a los síntomas que Bandit había presentado hasta ese mismo día.
Bandit no tuvo más remedio que decir todo sobre su estado de salud. Le avergonzaba el tener que decir muchas cosas, se sentía debil e indefenso.
Al llegar a casa después de las pruebas que le hicieron, Bandit solo pudo sentarse en el piso de la cocina y ponerse a llorar.
Bluey miraba asustada como su héroe se derrumbaba ante ella, para Bluey, su padre era una persona muy fuerte en todo aspecto y verlo así le hacía pensar en que su héroe se había transformado en un niño asustado. Bluey fué a abrazar a Bandit mientras le decía que no llorara. A Bandit esto lo reconfortó un poco.
Algunos días pasaron y por fin supieron que era lo que tenía Bandit. Cáncer pulmonar. Chilli no lo podía creer, debia ser una broma.
Acaso esto es una especie de castigo? No merecía ser feliz?
Chilli lloraba inconsolable, el amor de su vida estaba muriendo y no sabía que hacer.El tiempo se le agotaba y no sabía que hacer ahora. Obviamente empezaron con los tratamientos, las quimioterapias y mientras tanto, Chilli buscaba cualquier cosa que le pudiera funcionar, algo respaldado por la comunidad médica.
Leyó sobre un tratamiento de médicos cubanos en los que usaban el veneno de escorpión azul como un tratamiento para el cáncer. Chilli se emocionó muchísimo luego de estar mucho tiempo deprimida.
Movió mar y tierra para conseguir el tratamiento cubano. Y se lo dió a Bandit con la esperanza de que pudiera superar la enfermedad.