Capítulo 14: El monje y el lobo

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La pequeña ciudad de Saleremido siempre ha cambiado de aspecto, los monjes lo saben muy bien porque llevan muchos años viviendo allí y en visto como un sitio verde paso a ser unas casas para cuatro familias, después paso a ser un pequeño pueblo y poco a poco se fue ampliando para ser una pequeña ciudad, que acogía a los otros pueblos.

Cada monje vivió un cambio de Saleremido y vio como crecía, como se cremaba y como evolucionaba, con esos cambios ellos también habían recibido más visitas, gente preguntando u otros rezando.

Pero desde hace un tiempo la gente no va tanto al santuario, no es que fuera un problema, pero ya empezaba a ser un dolor de cabeza, dependían de las ofrendas para subsistir y aparte de los niños de primaria que habían cogido el gusto de venir a verlos, y ellos encantados, los más jóvenes no.

Si es verdad que venían muchos mayores para la fortuna, bien esta pero ya no era tan frecuente como antes.

Pero unos mesen atrás vino un joven chico con un grupo de gente interesante, a pedir consejo el monje principal del santuario.

Ese monje dentro de todos era un poco especial ya que tenía unos ciertos "poderes", que podían ayudar.

Después de saber que era y que se trataba, todo el mundo ayudo y cuando termino el trabajo pensaron que ya nadie se acordaría de ellos, pero sorprendentemente recibieron una invitación para la fiesta de Nevada y fueron entusiasmados.

Después recibían periódicamente visita de algunos de sus nuevos amigos con algún que otros víveres, sacos de comida...

Los monjes estaban muy contentos por esa amista ya que muy poca gente venia por este sitio.

Después de las fiestas los monjes siguieron con sus trabajos.

El abad que era el monje con los poderes especiales miraba todos los documentos y los iba apilando en diferentes pilas.

- Si sigues así te van a salir arrugas.

- Si la gente ofreciera algo interesante no me saldrían arrugas, ¿aun sigues aquí?

- ¿Por qué no tendría que estar aquí?

- Porque ya eres libre.

El monje miro el enorme lobo de color negro con los ojos rojos, ese lobo lo habían rescatado de la prisión donde esta Yuu ahora que Yuu ya no estaba prisionero en el árbol el lobo era libre de ir donde quería y por alguna razón se había quedado en el templo.

- Si por eso ahora puedo hacer lo que quiera.

- ¿Y no te gustaría viajar?

- Va! Ahora mismo quiero tumbarme en el sol y no hacer nada.

- El chico ese le gustaría ver que estas bien.

- Tu ya le es dicho, ¿no?, no hace falta que me vea cuando crea que necesita ayuda entonces iré, mientras tanto me quedo aquí.

- Está bien mientras estés bien, ¿por qué no me ayudas con todo esto?

- Bueno....

- Me en dicho los otros monjes que los ayudas.

- Los pobres a veces se estresan por nada y los ayudo, pero no es nada importante.

- Me alegro.


El isekai que no quiere ser un isekaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora